Había una vez una chica en los Estados Unidos de América que se metían con ella en el instituto, llamándola rara porque en invierno iba con ropa veraniega y en verano iba siempre abrigada. Ella era una chica alta, corpulenta y un poco fea.
Su nariz era aguileña, sus ojos grandes y marrones. Sus brazos eran tan largos como la cola de una rata, al contrario de sus piernas, que eran larguísimas.
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