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miércoles, 4 de mayo de 2011

Irene Pérez Expósito 1º A UN MISTERIO


Estaba impaciente por que llegara. Me había puesto uno de mis mejores vestidos y había hecho galletas con pintitas de chocolate. Estaba atenta escuchando por si sonaba el teléfono o tocaba el timbre. Salí y me di cuenta de que hacía mucho frío. El cielo se había oscurecido y muchas nubes grises lo cubrían. Entré entonces y me puse una chaqueta. Me senté en el sillón y encendí la televisión. Estaban dando unos dibujos animados. Cerré los ojos y, lentamente, me fui quedando dormida.
El sonido del timbre me despertó. Me levanté sobresaltada y me dirigí a la puerta. Era ella, mi abuela. Abrí la puerta y vi como el cielo se había cubierto del todo y caía una lluvia horrorosa. Mi abuela estaba empapada de pies a cabeza.
-¡Ana, querida! -exclamó entrando a la casa.
-Hola abuela. –dije cerrando la puerta.
-¡Qué tiempo más frío se puso!
-Sí. ¿Quieres cambiarte de ropa? A lo mejor encuentro algo que te sirva.
-Te lo agradezco mucho. Pero antes creo que me daré un baño con agua calentita.
-De acuerdo. Voy a buscar la ropa.
Después de bañarse y cambiarse de ropa, mi abuela se comió las galletas que le había hecho.
-Están muy buenas Ana.
-Gracias. ¿Por qué has tardado en venir?
-Ya había salido de casa cuando empezó a llover. Quería caminar un poco y se me ocurrió venir a pie. Pero la tormenta me cogió por sorpresa y por eso tuve que pararme en algunos portales para calentarme un poco.
-¿Hoy me vas a contar un cuento?
-No. Hoy te contaré una historia nueva. Y empieza así (dijo abriendo el libro por una página):
Era por la tarde. Había una terrible tormenta. No solía llover por allí. Por lo general hacía buen tiempo.
Se encontraba en el puerto. Le subieron en el gran barco. Estuvieron días, incluso meses navegando hasta que la tripulación divisó a lo lejos una pequeña isla.
-¡Capitán! Hemos visto tierra. Pero esta zona parece que ha causado muchos naufragios. No hay faros ni nada que nos guie. Será mejor esperar al amanecer.
-De acuerdo, Carlos. ¿Has visto a María?
-Creo que se encuentra en su camarote, señor.
-Puedes retirarte.
El capitán se dirigió al camarote. Abrió la puerta y vio a la joven en un rincón, que al percatarse de su presencia, se limpió una lágrima.
-Ya hemos visto la tierra. Pronto podremos buscar grandes tesoros juntos.
-Eso ni lo sueñe.-dijo con un deje de repugnancia.
-Como desees María. Pero recuerda que si no me obedeces, te puedo devolver a prisión.
-No me sirven sus chantajes. Además fue por su culpa por la que me metieron allí.
-No son chantajes. Simplemente digo lo que haré.
-Vale. Pero preferiría estar entre rejas con mi amor verdadero, que libre y con usted.
El capitán se puso rojo de rabia pero no dijo nada. Se quedó callado un instante y luego dijo con voz dulce:
-No puedo sacarle a él. Pero si me dieses una oportunidad, quizá con el tiempo llegara a surgir el amor entre nosotros.
-Jamás.
-Te dejaré aquí sola para que te lo pienses.
Salió y cerró la puerta con llave. No se fiaba de ella.
El capitán se dirigió a su camarote. Dentro se puso a leer un libro de la época romana:
"Las legiones romanas
Los romanos utilizaron sus legiones para extender su Imperio y para mantener la paz en los territorios que conquistaban.
Cada legión estaba formada por 6000 soldados, que iban armados con una espada, una daga y una jabalina. Además, llevaban una coraza que les protegía el cuerpo y una especie de casco.
Los soldados recorrían a pie largas distancias, cargando con todas sus ropas y con diversas herramientas, para poder construir los campamentos fortificados.
Con el tiempo la legión incorporó a soldados de los territorios conquistados. Los legionarios servían a cambio de un salario durante veinte años, al cabo de los cuales se retiraban. Recibían, como recompensa por sus servicios, una parte del botín de sus campañas y unas tierras en alguna provincia. Gracias a todo esto, la legión contribuyó a la romanización de todo el Imperio."
Dejó de leer. Los ojos le picaban. Se acomodó en la cama y se quedó dormido…
Mientras, María cogió una traba de su pelo y forzó la cerradura. Salió sin que nadie le viera. Pronto estuvo en la parte superior. Se zambulló en el agua. Estaba helada. Nadó hacia la isla, donde se encontraría con su verdadero amor. Lo había planeado. Había cambiado el sentido de la embarcación cuando todos dormían y ahora estaba allí. Muy cansada se acostó en la arena y respiró. Cogió el saco con las monedas de oro (que le había quitado al capitán) y se dirigió a la prisión. Sacó al joven de las rejas y con lo que sobró compraron una pequeña aldea. Además hicieron un bonito jardín lleno de flores de colores que nunca se han visto. Y que no tenía pétalos, sino un material parecido a una esponja. Del capitán no se supo nada más y de su tripulación tampoco. Lo que se sabe es que María vive muy feliz junto a su novio y que no dejará que le vuelvan a separar de él. FIN.
-¡Qué bonito abuela!
-Lo sé.- dijo ella cerrando el libro.
Ana bostezó.
-Será mejor que vayas a dormir. Yo me voy a casa, que ya no llueve.
-Vale.-dijo Ana y le dio un beso en la mejilla a su abuela.
Se fue a su cuarto y se durmió muy rápido. Soñó con que ella era María y corría muchas aventuras. Cuando se despertó miró a su mesilla de noche y vio una esponja. Cuando se acercó más vio que tenía un color indescriptible y que tenía forma de… ¡flor!

jueves, 10 de febrero de 2011

Irene Pérez Expósito 1ºA Describir a una persona.

Era un sábado por la tarde. Un día muy caluroso y agobiante. Mi madre y yo habíamos decidido ir de compras a un centro comercial que habían abierto hacía poco. Sus relucientes paredes y techos asombraban a toda la gente que pasaba por allí. A más de uno se le había quedado la boca abierta. Ya me disponía a entrar con mi madre cuando una chica joven nos paró. Parecía bastante débil y cansada. Su fleco rubio, fino y lacio le caía por la frente. Le miré a sus pequeños, brillantes y azules ojos. Ella sólo sonrió. Al hacerlo nos percatamos de su perfecta sonrisa: sus dientes eran blancos, igualados y muy sanos. Después de un silencio bastante incómodo me cogió con su mano suave, tersa y clara y me dijo:
-Soy una vidente, quiero leerte el futuro.
-No, gracias. Tenemos bastante prisa.-mintió mi madre.
A mí, sin embargo no me importaba estar con aquella vidente. Parecía buena persona. Dulce, educada, serena… era bastante agradable haberla conocido. En cambio mi madre no opinaba lo mismo.
-Antes de que se vayan, he de decirles que noto que les ocurrirá algo desagradable.-dijo la chica en un tono que denotaba intranquilidad.
-¡Vamos! No será para tanto....-le dijo mamá con una sonrisa.
-No debería mofarse de lo que le acabo de decir. Se acordará de mi cuando vea que decía la verdad.-dijo la vidente.
Esas compras no transcurrieron como nosotras habíamos esperado ya que, después de haber estado casi tres horas escogiendo artículos y otra media hora en una cola, cuando nos tocaba el turno y nos disponíamos a pagar, nos dimos cuenta de que mi madre se había olvidado la cartera y tuvimos que dejar toda la compra. ¡Qué chasco!
Aquellos pequeños ojos azules se quedaron grabados en mi mente, ya que había pasado lo que la joven nos había advertido.

viernes, 14 de enero de 2011

Irene Pérez. 1º A Mi Receta

El Foto-momento sirve para ir a un lugar en un momento concreto.


Lo primero que tienes que hacer es poner la foto por la hendidura señalada con el número 3.

A continuación el aparato hará un ruido metálico (lo que hace es analizar la foto). Después de unos instantes se iluminará un botón verde, luego otro azul y otro rojo. El primero sirve para cambiar de foto, el segundo para ver un video de aprendizaje y el tercero es para continuar. Si eliges el tercero aparecerá una pantalla señalada con el número 2. En esta pantalla saldrán unas palabras tales como: ¿Estás segura/o? No se podrá volver en cuanto se inicie el vuelo y sólo podrás utilizar una vez esta máquina. ¿Deseas continuar? Según quieras pondrás sí o no. En el caso que le dieras al sí aparecerá una puerta de madera. Después de abrir la puerta te encontrarás en una habitación muy bonita (está hecha como más le gusta a cada persona). Colócate el cinturón de seguridad y dale a un botón negro del número 1 que se encuentra a tu derecha. Y al presionarlo comenzará el vuelo que tardará como máximo 10 minutos. Verás el exterior con claridad, ya que hay una gran ventana frente a ti. Al llegar una voz robótica te dirá cuando puedes salir.

Cuando salgas estarás justo en el lugar de la foto y en ese mismo instante. Ya ha finalizado tu viaje y cuando quieras volver sólo tienes que cerrar los ojos y te encontrarás en el punto de partida.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Irene Pérez Expósito 1º A Me gustan los baifos

   Ya eran las nueve de aquel fatigoso día. ¡Ño, y con razón! Había tenido que hacer muchos trabajos, ya que mi abuelo estaba enfermo.
   Bajé al guachinche de la tía Carmen (fue agotador, ya que yo estaba en la cima y el guachinche en las laderas de la montaña). Le ayudé haciendo comidas como estas:
   gofio, papas con costillas y piña, cotufas, unos cuantos frangollos... Al terminar me entregó una bolsa plástica con chochos (para mi abuelo) y un poco de dinero con el que me compré un afilador y un par de boliches.
   Volví a la cabaña y al llegar a la puerta ¡vi que estaba abierta! Dentro todo estaba revuelto y allí en el fondo estaba mi abuelo, sentado y sonriente enseñándome un baifo (producto del desorden).
   -Abuelo, ¿qué haces levantado?-le interrogué.
   -Mira, ¿no es una preciosidad?-me preguntó señalando al animal.
   -El doctor dijo que no te levantaras de la cama.
   -¡Pamplinas! Yo no estoy enfermo, estoy mayor y por eso tengo que aprovechar lo que me queda y no estar postrado en una cama todo el día.
   -Abuelo, ¿qué hace este animal aquí dentro? ¿No ves cómo ha dejado todo esto?
   -No podía dejarlo fuera, el pobre baifo tenía hambre y yo lo entré para darle de comer.
   -Está bien, pero en cuanto termine de comer lo sacas.
   -Vale.
   Al día siguiente el baifo nos destrozó la cosecha de millo que tanto nos había costado. ¡Y pensar que mi abuelo le había llenado el buche! Definitivamente no me gustan los baifos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Irene Pérez Expósito 1º A "Mi pueblo"

   Tegueste es un municipio español perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife (Canarias). Está situado en el nordeste de la isla de Tenerife. Tiene una extensión de 26,41 km² y una población de 10.666 habitantes (INE, enero de 2009). Su altitud es de 390 metros sobre el nivel del mar.

   Mi pueblo, sinceramente, me gusta mucho. Hay parques, una biblioteca, colegios, un instituto, un ayuntamiento... pero sobre todo hay muchos bares y tiendas. Mi isla es bastante verde, con plantas y árboles por algunas zonas pero no es tan verde como me gustaría. Siempre que puedo intento no contaminar tanto mi pueblo como la isla entera. Por desgracia hay gente que no se molesta en tirar la basura en la papelera o gasta miles de folios para poner dos palabras. En fin, que ni mi isla ni mi pueblo son perfectos pero si cada uno colabora haremos tanto del pueblo como la isla un lugar mejor para vivir.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Irene Pérez Expósito 1ºESO A: "Me gusta, no me gusta"

Me gustan:
      Los cuentos de aventuras, de fantasía y de misterio.
      Caminar con los pies descalzos por la casa.
      Meter el dedo en la comida (en especial los postres de chocolate) que hace mi madre.
      Desperezarme al despertar.
      El color violeta.
      Las puestas de sol.
      Oír llover mientras estoy refugiada de la lluvia, (aunque en ocasiones me dé por pisar los charcos y reírme).
      Escuchar el canto del viento cuando estoy dentro de mi casa.
      Ver el arco iris.
      Escribir cuentos y poesías.
      Escuchar música cuando me conecto en el ordenador.
      Comer churros con chocolate los domingos por la mañana.
      Ir a kárate los lunes, miércoles y viernes.
      Coser los viernes a las cuatro.
      Mascar chicles de menta o sandía.
      Oler el aroma de los dulces al entrar en una pastelería.
      Escuchar el ruido del mar.
      Ir a la playa, bañarme y jugar con la arena.
      Ver algunos programas en la tele mientras estoy acostada cómodamente en el sofá.
      Estar con mis amigos y amigas y divertirme mucho con ellos.
      Reírme mucho, aunque a veces no tenga sentido.
      La discoteca del hotel " Roc Blanc" (Pirineo catalán).
      Montarme en atracciones fuertes y sentir adrenalina,
      Saltar a la comba a la pata coja o de diversas formas.
      Los zapatos con tacón.
      Aprender cosas nuevas cada día.
      Hacer fotos y vídeos.
      El cielo cuando tiene distintos colores.
      Viajar y conocer sitios nuevos.
      Cantar mientras me ducho.
      Escribir en el teclado del ordenador.
      Ver películas mientras está la luz apagada y comiendo.
      Ver la natación sincronizada, el patinaje sobre hielo y gimnasia rítmica.
      Rascarme cuando algo me pica.
      Los animales (uno de los que más el perro)
      Soñar tanto despierta como durmiendo.
      Comer en familia.
      Las piscinas y jacuzzis.
      Explotar las burbujas cuando me baño.
      Pescar (o al menos intentarlo).
      Hacer teatro con mi prima Laura.
      Cuando sale el sol.
      Las flores, los árboles y otras plantas.
      Hablar debajo del agua.

Me gustan muchas otras cosas pero ahora mismo no se me ocurren más.

        No me gustan:
      Los anuncios que te mienten.
      Los pepinos de las ensaladas.
      Las películas de mucha acción.
      Los mosquitos que me pican.
      Las personas tristes.
      Los juegos en los que se produce violencia.
      Levantarme demasiado temprano.
      La gente que se maquilla mucho.
      El tabaco y la gente que te echa el humo en la cara.
      Los baños portátiles llenos de suciedad.
      Que mi madre me haga siempre una foto el día de mi cumpleaños cuando tengo la cara manchada de tarta.
      Beber un caldo que esté hirviendo.
      Que después de mucho esperar que salga una fotocopia de la impresora o bien salga mal, o no salga, o que se quede el papel trabado.
      No tener a mano cacao para los labios cuando los tengo secos.
      Cuando después de tanto esfuerzo de pelar una papa caliente encuentres un bicho.
      Cuando una naranja te sale amarga.
      Que no tenga un pañuelo cuando me salen los mocos.
      La gente que habla a tus espaldas.
      Los irresponsables que cuando les mandan la tarea no la hacen.
      Los que se copian de algo que haces.
      El boxeo.
      Los cuadernos sin resorte, porque al doblarlos se les caen las hojas.
      Cuando me salen llagas en los pies.
      Que me asusten cuando estoy desprevenida.
      Los que sonríen sin ganas.
      Los pantalones acampanados.
      Los ordenadores lentos.
      Que haga sol cuando tengo calor.
      Las cosas sobre la política.
      Las guerras.
      La gente que finge dar cosas a los necesitados y al final se las quedan ellos.
      Ver las caras tristes de los que viven en la calle.
      Que se me taponen los oídos.
      Las personas exageradas.
      Los que se sorben la nariz ruidosamente.
      Cuando las persianas de clase se atascan.
      Esa brisa que te da en la cara y te enfría en un día nublado.
      Las gafas muy redondas.
      Los gamberros.