jueves, 10 de febrero de 2011

Irene Pérez Expósito 1ºA Describir a una persona.

Era un sábado por la tarde. Un día muy caluroso y agobiante. Mi madre y yo habíamos decidido ir de compras a un centro comercial que habían abierto hacía poco. Sus relucientes paredes y techos asombraban a toda la gente que pasaba por allí. A más de uno se le había quedado la boca abierta. Ya me disponía a entrar con mi madre cuando una chica joven nos paró. Parecía bastante débil y cansada. Su fleco rubio, fino y lacio le caía por la frente. Le miré a sus pequeños, brillantes y azules ojos. Ella sólo sonrió. Al hacerlo nos percatamos de su perfecta sonrisa: sus dientes eran blancos, igualados y muy sanos. Después de un silencio bastante incómodo me cogió con su mano suave, tersa y clara y me dijo:
-Soy una vidente, quiero leerte el futuro.
-No, gracias. Tenemos bastante prisa.-mintió mi madre.
A mí, sin embargo no me importaba estar con aquella vidente. Parecía buena persona. Dulce, educada, serena… era bastante agradable haberla conocido. En cambio mi madre no opinaba lo mismo.
-Antes de que se vayan, he de decirles que noto que les ocurrirá algo desagradable.-dijo la chica en un tono que denotaba intranquilidad.
-¡Vamos! No será para tanto....-le dijo mamá con una sonrisa.
-No debería mofarse de lo que le acabo de decir. Se acordará de mi cuando vea que decía la verdad.-dijo la vidente.
Esas compras no transcurrieron como nosotras habíamos esperado ya que, después de haber estado casi tres horas escogiendo artículos y otra media hora en una cola, cuando nos tocaba el turno y nos disponíamos a pagar, nos dimos cuenta de que mi madre se había olvidado la cartera y tuvimos que dejar toda la compra. ¡Qué chasco!
Aquellos pequeños ojos azules se quedaron grabados en mi mente, ya que había pasado lo que la joven nos había advertido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 10