sábado, 6 de noviembre de 2010

Irene Pérez Expósito 1º A Me gustan los baifos

   Ya eran las nueve de aquel fatigoso día. ¡Ño, y con razón! Había tenido que hacer muchos trabajos, ya que mi abuelo estaba enfermo.
   Bajé al guachinche de la tía Carmen (fue agotador, ya que yo estaba en la cima y el guachinche en las laderas de la montaña). Le ayudé haciendo comidas como estas:
   gofio, papas con costillas y piña, cotufas, unos cuantos frangollos... Al terminar me entregó una bolsa plástica con chochos (para mi abuelo) y un poco de dinero con el que me compré un afilador y un par de boliches.
   Volví a la cabaña y al llegar a la puerta ¡vi que estaba abierta! Dentro todo estaba revuelto y allí en el fondo estaba mi abuelo, sentado y sonriente enseñándome un baifo (producto del desorden).
   -Abuelo, ¿qué haces levantado?-le interrogué.
   -Mira, ¿no es una preciosidad?-me preguntó señalando al animal.
   -El doctor dijo que no te levantaras de la cama.
   -¡Pamplinas! Yo no estoy enfermo, estoy mayor y por eso tengo que aprovechar lo que me queda y no estar postrado en una cama todo el día.
   -Abuelo, ¿qué hace este animal aquí dentro? ¿No ves cómo ha dejado todo esto?
   -No podía dejarlo fuera, el pobre baifo tenía hambre y yo lo entré para darle de comer.
   -Está bien, pero en cuanto termine de comer lo sacas.
   -Vale.
   Al día siguiente el baifo nos destrozó la cosecha de millo que tanto nos había costado. ¡Y pensar que mi abuelo le había llenado el buche! Definitivamente no me gustan los baifos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nota: 8