Un doce de enero de 2010, decidimos hacer senderismo por un barranco llamado Afur. Cruzamos bastantes charcones por encima de piedras enormes, yo iba muy contento dando saltos y de repente se acabó el barranco, empezamos a subir por una vereda que atravesaba las montañas, pensé: La que se me viene encima con este calor. Era sofocante, aburrido y el paisaje era feo y con muchas hierbas. Bebía mucha agua y me remangué los pantalones, me rascaba la cabeza con la gorra puesta, que estaba blanda de tanto sudar. De repente se veía a los lejos un pueblo y alguien dijo:
-Se ve Taganana.
Y yo pensé: no me queda nada, tengo que llegar allí. Me quedé mirando la montaña, tenía unas manchas blancas y otras negras y cuando llegué allí mi sorpresa fue que esas manchas eran cabras, un baifito vino hasta mí y me lamió los pies, me siguió unos metros. Por eso me gustan los baifos.
-Se ve Taganana.
Y yo pensé: no me queda nada, tengo que llegar allí. Me quedé mirando la montaña, tenía unas manchas blancas y otras negras y cuando llegué allí mi sorpresa fue que esas manchas eran cabras, un baifito vino hasta mí y me lamió los pies, me siguió unos metros. Por eso me gustan los baifos.
1 comentario:
Nota: 5
Publicar un comentario