Un día Isabel, una niña de nueve años estaba con su padre esperando en la parada de la guagua para visitar a unas cabras que tenía el padre en unos terrenos.
Cuando la guagua llegó a su destino, Isabel y su padre comieron en unos bancos millos con papas y después siguieron caminando hasta el terreno. Llegado ahí iba a tocar una cabra y el padre le dice:
_ ¡Ñó! apenas acabas de llegar y ya estas manoseando las cabras.
_ Es que son bonitas y muy comilonas.
_ Venga deja de tocarlas y ven, quiero enseñarte algo.
Isabel dejó lo que estaba haciendo y siguió al padre ilusionada. El padre le llevó hacia una cabra vieja y Isabel le llamó a la cabra Mocha, la cabra chocha.
Todas las cabras estaban en el terreno vallado o en la cueva que había en la huerta y las cabras se alongaban por las "ventanas " de la cueva , Isabel metió la mano en la "ventana" y de repente se puso a llorar, sacó la mano y un baifo saltaba alegremente; claro, a Isabel no le hizo mucha risa.
Isabel se lo dijo al padre y dijó claramente:
- No me gustan los baifos.
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