jueves, 5 de mayo de 2011

Beneharo Linares 1 A. EL PERRO VERDE Y EL SUPER-HÉROE DESASTROSO

Había una vez hace mucho tiempo, cuando aun no existían los coches y la gente se desplazaba en los carros tirados por caballos, un perro que no tenía familia y vagaba por las calles de Londres.
   Tenía siete años, pero aún recuerda cómo el primer mes después de su nacimiento, perdió a sus padres. En un callejón les apresaron los de la perrera. Él y sus dos hermanos se escondieron detrás de los cubos de la basura y tras varios días sin comer ellos murieron, entonces se quedó solo.
   Al principio le costó mucho aceptarlo y pasaba sus días llorando y escondido por miedo. Más tarde se fue acostumbrando a la soledad y salía por las noches para rebuscar entre la basura de los restaurantes cercanos. 
   Fue creciendo poco a poco y se convirtió en un perro de tamaño mediano, orejas grandes, hocico chato y pelo claro. No era de ninguna raza definida, era un perro callejero. Vivía cada día muchas aventuras. Lo que más le gustaba era pasear por los parques de la ciudad y observar a los niños que jugaban en la tarde. Siempre venían corriendo a abrazarlo y correr con él.
   Un día llegó al parque y le extrañó mucho no ver a nadie: no había niños en los columpios, ni ancianos sentados en los bancos leyendo el periódico, ni mujeres paseando a los bebés en los carritos…Lo que si había era una cinta amarilla que rodeaba todo el parque y unos carteles en los que ponía algo que él no entendía. Entonces, decidió echarse en un banco a esperar por si los niños venían más tarde. Pasaron varias horas e incluso se dejó dormir, pero nadie apareció esa tarde. Así que llegada la noche se levantó para ir a buscar comida, cuando de pronto se dio cuenta de que muchos de sus pelos se pegaban al banco y otros pelos de su cuerpo se quedaron más oscuros que el color de su pelo natural. ¡Se había quedado verde!.
   Esa mañana habían estado pintando los bancos y las farolas del parque y por eso no dejaban pasar a nadie. A partir de ahí todos los niños lo llamaban el perro verde ya que sus costados se habían quedado de ese color.
   Un día mientras comía restos de una chuleta por fuera de su restaurante preferido donde preparaban las mejores carnes a la parrilla, un chico de veintisiete años que trabajaba en la cocina del restaurante salió por la puerta trasera a tirar la basura. Cuando en el momento que cerraba la tapa del contenedor de la basura se dio cuenta que detrás de él había algo que hacia ruido. Sigilosamente se acercó y descubrió a un perro que comía. Al ver este que no huía se acercó todavía más a él, y cuál fue su asombro el ver que el perro era verde. Le habló cariñosamente pero el perro empezó a ladrarle y fue cuando Oliver, que era así como se llamaba el chico, se dio cuenta de que tenía poderes: ¡podía entender a los perros!.
  A partir de ahí, comenzó una buena amistad entre ellos. Cada día Perro Verde esperaba echado junto al contenedor donde Oliver tiraba la basura. Por su parte Oliver, le guardaba con mucho cuidado las mejores sobras. Cada noche conversaban sobre el día a día. Perro Verde le contó como de pequeño a sus padres les habían apresado los de la perrera y que sus hermanos habían muerto por falta de alimento, también le contaba como a menudo los de la perrera apresaban a perros para sacrificarlos. 
   Un día Oliver salió por la puerta trasera a tirar la basura, se sorprendió mucho al no ver a Perro Verde, supuso que los de la perrera lo habían apresado. Oliver salió del restaurante y rápidamente se metió en el coche y se dirigió hacia la perrera en busca de Perro Verde. Al llegar a la perrera Oliver se encontró al guardia de seguridad durmiendo sobre una mesa, se dirigió a la puerta de hierro donde tenían encerrados en jaulas a los perros pero sin darse cuenta tropezó y se escucho un gran ruido, a Oliver le dio tiempo de esconderse detrás de un fichero antes de que el guardia de seguridad se despertara. Más tarde el guardia de seguridad se volvió a dormir y Oliver aprovechó para salir de detrás del fichero, se dirigió hacia la puerta de hierro e intentó abrirla pero la puerta estaba cerrada con llave. Entonces se acercó a la mesa donde estaba durmiendo el guardia de seguridad con cuidado de no volver a tropezar y con mucha delicadeza le quito la argolla con varias llaves, fue de nuevo a la puerta y la abrió. Al entrar observo que a ambos lados había jaulas con numerosos perros.

De repente, todos los perros empezaron a ladrar, Oliver muy apurado los intento callar, entendía todo lo que le decían, los lamentos y las súplicas, pero no lo pudo evitar, observó al guardia de seguridad al final del pasillo y corrió hacia el otro extremo donde estaban las palancas para abrir la jaulas. Entonces comenzó el desastre: todos los perros salían disparatados de sus jaulas, ladraban, pisoteaban y mordían al guardia de seguridad. Mientras tanto Oliver llamaba desesperadamente a Perro Verde.
   Por mucho que Oliver gritara y lo buscara no encontraba a su amigo, ¡Perro Verde no estaba allí!. Oliver corrió hacia la puerta de salida, pero ya era muy tarde para salir de la perrera porque al otro lado del pasillo había varios guardias de seguridad intentando evitar que los perros se escaparan de la perrera.
   Finalmente Oliver acabó en comisaría por el desastre que había armado, más de la mitad de los perros se habían escapado, lo consideraban un superhéroe por poder comunicarse con ellos y por haberlos salvado. A Oliver en cambio le supuso estar una semana en comisaría y pagar una fianza de mucho dinero.
   Por otro lado, Perro Verde estaba pasándolo genial con una perrita que había conocido aquella noche en la que no había aparecido a su cita diaria con Oliver. 

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