martes, 3 de mayo de 2011

EL MISTERIO DE LA HUELLA Noelia Adrián González 1ºA

   Era una noche oscura con bastante niebla. Un superhéroe en paro llamado Javier vivía en la casa de su abuela. La casa tenía un gran jardín donde Javier solía pasear todas las tardes. Le encantaba ver los enormes árboles y arbustos con flores de diferentes colores que eran típicos de San Petersburgo. Un día Javier se sentó debajo de un árbol y se encontró unas huellas. De repente, se dio cuenta de que las huellas no eran normales. Por la tarde, Javier fue a la biblioteca municipal para sacar un libro sobre las huellas de animales. Cuando lo sacó, fue hacia el jardín para averiguar de qué animal se trataba. Buscó durante 3 horas, pero no encontró ninguna que coincidiera. Le pareció que era su oportunidad para ponerse a trabajar otra vez. Fue dentro de la casa y buscó una linterna para examinar la zona con más lujo de detalles. Cuando fue al jardín vio una correa de perro y se alegró. Había encontrado una nueva pista. 

Dos semanas más tarde...

Desde aquel día que había encontrado la correa de perro, no paró de ir al jardín para encontrar nuevas pistas. Decidió planear alguna trampa para que el animal le llevase a su escondite. La trampa consistía en un bote de pintura verde, permanente ante cualquier producto. Este bote estaría colocado encima de un plato de comida. Así, cuando el animal fuese a comer, le caería la pintura encima. Estuvo yendo varias veces a ver si la trampa había funcionado. Una vez más fue al jardín para asegurarse si había una nueva pista. El plan no había resultado tan perfecto al fin y al cabo. Un rastro de pintura verde estaba por todo el suelo. Javier lo siguió. Cuando se acabó, levantó la vista del suelo y se dio cuenta de que delante de él se alzaba una cueva. Pasaron 10 minutos y Javier aún no se había decidido a entrar. Estaba muy asustado porque no sabía lo que encontraría dentro de la cueva. Al entrar, vio a lo lejos una pequeña luz. Cuando se fue acercando, se dio cuenta de que en realidad no era una luz sino la pintura verde que había puesto en la trampa. Entonces, Javier vio que... ¡era un perro!

   Lo que pasaba era que las huellas estaban mezcladas con una ardilla que vivía en un árbol del jardín. Por eso no podía aparecer la huella en un libro.

   Desde ese día Javier tuvo trabajo. Pues le contó la historia a un amigo y ese amigo se la transmitió al alcalde del pueblo. Javier y el perro verde empezaron a luchar contra el crimen. Hacían una buena pareja. Ganaron muchas batallas contra malvados y por eso el alcalde les dio la llave dorada del pueblo que era la llave que abría todos los lugares del pueblo. 

   A partir de ese día fueron admirados por todo el pueblo. La vida de Javier y el perro verde nunca había sido mejor.

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