Hace muchos, muchos, años, tantos que ni nuestros abuelos lo recuerdan, existió una batalla de palabras y soldados. Sí, sí, como lo oyen. Los niños ya estaban cansados de las palabras con h, estaban cansados de suspender los exámenes de lengua, de cometer 50 faltas de ortografía en los dictados, o de tener que escribir 100 veces la palabra "hacer" porque la habían escrito sin h. Así que un buen día, los niños, decidieron reunirse para contratar a una legión que eliminase a las palabras con h del diccionario. Pero no iban a contratar a una legión cualquiera, iban a contratar a la legión del general Tank, un hombre bajito, regordete, de voz grave, bigote, y pelo canoso. Su legión era muy especial, ya que todos sus miembros eran tan pequeños, que hasta un lápiz superaba su tamaño, pero a pesar de ello, eran invencibles.
Esa misma tarde, Pablo, el representante del grupo, llamó por teléfono al general Tank.
-¿Si?- contestó una voz grave.
- Buenas tardes, mi nombre es Pablo y me gustaría hablar con el general Tank, si es posible.
- Sí, soy yo. ¿De qué se trata?
- Verá, es que nos ha surgido un problemilla. Queremos eliminar a las palabras con h del diccionario y queríamos saber si usted y su legión podrían ayudarnos.
- Por supuesto, pero ¿cómo podríamos hacerlo?
- Pues, mis amigos y yo hemos pensado que como el diccionario es una especie de mar lingüístico con millones y millones de palabras, quizá ustedes podrían hacer que las palabras con h naufragaran.
- Chico, esa es una idea sencillamente ¡brillante!
- ¡¿De veras?! – exclamó Pablo contentísimo.
- ¡Por supuesto! Mañana mismo, a las 9:00 de la mañana en la biblioteca, realizaremos la operación.
- De acuerdo, muchísimas gracias. Adiós.
- Adiós.
A la mañana siguiente, a las 9:00 en la biblioteca, la legión estaba lista para atacar.
-Abordaremos las fuerzas enemigas con cañones y crearemos unos agujeros en su superficie, haciendo que el agua se filtre y hunda la palabra, provocando el mismo efecto que en un barco de verdad. Y ahora si me lo permite, empezaremos la operación.
- S-s-si cla-a-aro.- exclamó Pablo alucinado.
- Bien; ¡Aaaaaa sus puestos! ; ¡Fiiiiiiirmes! ; ¡Fueeeeego!
¡BUM, BUM, BUM! Hubo un estruendo en la sala y se cubrió de un humo negro. No se podía ver nada.
- ¡Ayyyyy! – exclamó una vocecita aguda.
- ¡¿Quién ha dicho eso?! – gritó el general Tank.
De repente, todo el humo que había en la sala desapareció y en su lugar estaba la palabra "habitación" llena de agujeros y arañazos.
-He sido yo- exclamó.
El general Tank la miraba atónito y sin palabras.
-¿Cómo se atreven? Vienen hasta aquí, bombardean y destrozan nuestra casa, nos intentan matar, y ahora, son tan cobardes que no dicen ni una sola palabra. ¡Deberían estar avergonzados! Por lo menos nos merecemos una disculpa.
El general Tank retrocedió incorporándose nuevamente.
-¡Nueva orden de ataque! ¡Fueeeego!
Los soldados, haciendo caso a las órdenes del general Tank, cargaron los cañones y volvieron a bombardear el diccionario.
- Esto sí que no lo permito – exclamó la palabra "habitación" - ¡Chicas, dadles caña!
Las demás palabras con h se unieron formando una h gigantesca, y aproximándose hacia el pelotón de soldados, los fueron tirando uno a uno del diccionario.
- Así, se llevarán su merecido.
Los niños, asustados, salieron corriendo, pero antes de llegar a la puerta, las palabras volvieron a unirse, esta vez, formando una cuerda con la que rodearon al grupo de niños.
- ¡Por favor, no nos maten, lo sentimos! – dijeron los niños a coro.
- No vamos a matarles – respondieron las palabras riéndose a carcajadas – Pero tienen que prometernos que nunca más nos escribirán sin h, a nadie le gusta que le quiten una parte de su cuerpo.
- De acuerdo, lo prometemos.
Y así lo hicieron, los niños escribían las palabras con h correctamente y con todas sus letras, incluida la h, las palabras vivían felices en el diccionario, como siempre, y respecto al general Tank y a su legión, nunca más se volvió a saber de ellos, aunque se rumoreaba que habían dejado su trabajo para dar clases de Lengua en los pueblos más cercanos.
Esa misma tarde, Pablo, el representante del grupo, llamó por teléfono al general Tank.
-¿Si?- contestó una voz grave.
- Buenas tardes, mi nombre es Pablo y me gustaría hablar con el general Tank, si es posible.
- Sí, soy yo. ¿De qué se trata?
- Verá, es que nos ha surgido un problemilla. Queremos eliminar a las palabras con h del diccionario y queríamos saber si usted y su legión podrían ayudarnos.
- Por supuesto, pero ¿cómo podríamos hacerlo?
- Pues, mis amigos y yo hemos pensado que como el diccionario es una especie de mar lingüístico con millones y millones de palabras, quizá ustedes podrían hacer que las palabras con h naufragaran.
- Chico, esa es una idea sencillamente ¡brillante!
- ¡¿De veras?! – exclamó Pablo contentísimo.
- ¡Por supuesto! Mañana mismo, a las 9:00 de la mañana en la biblioteca, realizaremos la operación.
- De acuerdo, muchísimas gracias. Adiós.
- Adiós.
A la mañana siguiente, a las 9:00 en la biblioteca, la legión estaba lista para atacar.
-Abordaremos las fuerzas enemigas con cañones y crearemos unos agujeros en su superficie, haciendo que el agua se filtre y hunda la palabra, provocando el mismo efecto que en un barco de verdad. Y ahora si me lo permite, empezaremos la operación.
- S-s-si cla-a-aro.- exclamó Pablo alucinado.
- Bien; ¡Aaaaaa sus puestos! ; ¡Fiiiiiiirmes! ; ¡Fueeeeego!
¡BUM, BUM, BUM! Hubo un estruendo en la sala y se cubrió de un humo negro. No se podía ver nada.
- ¡Ayyyyy! – exclamó una vocecita aguda.
- ¡¿Quién ha dicho eso?! – gritó el general Tank.
De repente, todo el humo que había en la sala desapareció y en su lugar estaba la palabra "habitación" llena de agujeros y arañazos.
-He sido yo- exclamó.
El general Tank la miraba atónito y sin palabras.
-¿Cómo se atreven? Vienen hasta aquí, bombardean y destrozan nuestra casa, nos intentan matar, y ahora, son tan cobardes que no dicen ni una sola palabra. ¡Deberían estar avergonzados! Por lo menos nos merecemos una disculpa.
El general Tank retrocedió incorporándose nuevamente.
-¡Nueva orden de ataque! ¡Fueeeego!
Los soldados, haciendo caso a las órdenes del general Tank, cargaron los cañones y volvieron a bombardear el diccionario.
- Esto sí que no lo permito – exclamó la palabra "habitación" - ¡Chicas, dadles caña!
Las demás palabras con h se unieron formando una h gigantesca, y aproximándose hacia el pelotón de soldados, los fueron tirando uno a uno del diccionario.
- Así, se llevarán su merecido.
Los niños, asustados, salieron corriendo, pero antes de llegar a la puerta, las palabras volvieron a unirse, esta vez, formando una cuerda con la que rodearon al grupo de niños.
- ¡Por favor, no nos maten, lo sentimos! – dijeron los niños a coro.
- No vamos a matarles – respondieron las palabras riéndose a carcajadas – Pero tienen que prometernos que nunca más nos escribirán sin h, a nadie le gusta que le quiten una parte de su cuerpo.
- De acuerdo, lo prometemos.
Y así lo hicieron, los niños escribían las palabras con h correctamente y con todas sus letras, incluida la h, las palabras vivían felices en el diccionario, como siempre, y respecto al general Tank y a su legión, nunca más se volvió a saber de ellos, aunque se rumoreaba que habían dejado su trabajo para dar clases de Lengua en los pueblos más cercanos.
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