miércoles, 4 de mayo de 2011

Pablo González Delgado 1º B Patapalo y Esmeraldo

Érase una vez una ciudad llamada Paralachinini, creada hacía siglos por la caída de la luna en el mar. Esto afectó a los animales y personas que fueron a vivir a esta ciudad. Las aves nadaban, las ranas criaban pelos, los burros iban a la escuela y el hombre había conseguido que los coches volaran.

            En esta y ciudad existía un superhéroe vestido de un traje color zafiro, flaco, tuerto, sin capa y con parche en el ojo, llamado Patapalo, pues una de sus piernas era de madera, por cierto, tenía carcoma. Su compañero fiel era un perro verde llamado Esmeraldo. Digo fiel porque era un perro. Pero nunca le hacía caso y cada vez que había un ruido fuerte salía corriendo en dirección contraria.

            Nadie en esta ciudad conocía la existencia de esta pareja, de que intentaba ayudar a la gente y hacer cumplir la ley a los que no la acataban. Salvo en el hospital, que cada tres días tenían que atenderlos de los golpes y roturas de huesos con los que llegaban tras actuar en la noche como auténticos superhéroes, bueno como desastrosos superhéroes.

Hoy estamos a día 23 de junio del siglo XXV. En el Banco Central de Paralachinini hay unos ladrones robando con pistolas láser. A esa hora Patapalo y Esmeraldo estaban dormidos y cuando se enteraron de la noticia fueron al banco.

Persiguieron y encontraron a los ladrones, que les dieron, de nuevo, una paliza y, esta vez, les robaron hasta la ropa. Patapalo y Esmeraldo se fueron a su casa en paños menores y decidieron dejar de ser superhéroes. "Este trabajo no es para nosotros", dijo Patapalo. Esmeraldo pensó lo mismo y prefería quedarse en casa durmiendo la siesta y rascándose sus pulgas.

            A partir de esa noche, Patapalo se dedicó a lo que se dedicaban todos los ciudadanos de Paralachinini, ver televisión, quedarse en casa comiendo hamburguesas y durmiendo. Esmeraldo estaba feliz, durmiendo siestas y rascándose sus pulgas con su pata verde.

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