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Al acabar de ver la película me di cuenta de que mayoritariamente estuve fijándome en el vampiro protagonista. En su rostro encontrabas una belleza única. Era alto, delgado, apuesto, esbelto, elegante y ante todo, obsesivamente atractivo. Tenía un peinado indefinible, único, que favorecía ese precioso tono castaño. Con esa tez tersa, pálida como el hielo y esa mirada fulminante que hacía destacar esos brillantes ojos color ámbar, sería el joven perfecto para cualquier mujer que habitara en este mundo. En la pantalla plana se veía un joven apuesto, encantador y más que excitable. Como aquellos de las películas tan antiguas que veía mi madre de joven, que hacían soñar a toda muchacha. Era muy generoso y excesivamente modesto. Trataba a cualquiera como si le debiera la vida. También era muy protector, asegurándose de cada paso que das como una madre cuida de su hijo recién nacido junto a su cuna en una noche de luna llena estrellada. Era increíblemente valiente y a la vez muy sensible; como una capa que no dejaba ver lo hermoso que en realidad era.
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Nota: 10
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