miércoles, 11 de mayo de 2011

Diana Hdez Glez 1ºA Casi salvados

En un viejo libro, estaba escrito que en el siglo XXV Ultraman, el superhéroe más valiente del momento crearía el sabueso más inteligente y astuto del mundo con el que derrotaría al malvado villano Gibreno. ¿Quién sería Ultraman, el joven tan inteligente como para crear un sabueso más astuto que un zorro, con el que más tarde salvaría a la humanidad del malvado Gibreno?

Muy pronto lo sabréis.



"Todo comenzó un lunes como otro cualquiera. Marcus era un muchacho desaliñado, irresponsable e ingenuo que vivía en la esplendorosa ciudad de Londres desde pequeño. No era aquella que todos reconocían por sus taxis negros, sus maravillosas calles y sus llamativos autobuses rojos; sino que era una ciudad futura completamente del revés: sus taxis eran blancos, sus calles estaban sucias y derruidas y además, sus autobuses eran de un verde apagado. En aquel día nublado y agitado, Marcus decidió hacer la compra en el pequeño mercado que doblaba la esquina. Comenzó con los congelados, continuó con los embutidos y finalizó con la leche. Tras pasar por caja, justo antes de salir por las puertas de entrada, un apuesto segurita le hizo señas para que lo siguiera. Marcus le siguió, dejando la compra de frente a las puertas con dos mendigos a tan sólo cinco metros de ella. Bajó por unas escaleras que llevaban a un sótano frío y oscuro. Al llegar allí pregunto asustado: ¿qué hago aquí? Deberías saberlo- contestó el segurita alzando la voz. No, no lo sé. ¿Podría usted explicármelo?- preguntó Marcus algo confuso. Está bien. Muchacho, estás aquí por un motivo muy sencillo. Eres tú el joven más inteligente del momento y debes crear el sabueso más astuto del mundo para poder encontrar la guarida del villano más malvado del mundo: Gibreno- le espetó. ¿Yo? ¿Está usted seguro? – preguntó sorprendido e inseguro. Sí, sin duda eres tú. Aquí tienes los materiales necesarios para poder crearlo- dijo dejándole un maletín a sus pies. Cuando hayas terminado debes seguir al sabueso hasta la guarida de Gibreno, donde deberá enfrentarse y vencerle para liberar al resto de londinenses que tiene congelados en una inmensa cueva. Si vences a Gibreno, miles de personas regresarán a Londres y la convertiremos en la misma ciudad que hace cuatro siglos, esa tan hermosa que Gibreno destruyó y que todos anhelamos. Está en tus manos, buena suerte. Lo único que debes tener en cuenta es que debes estar allí antes que den las doce del mediodía. Toma esta ropa- le dijo ofreciéndole una bolsa. Si te preguntan cómo te llamas, debes decir: "mi nombre es Ultraman, el superhéroe más valiente e inteligente del mundo". Dicho esto el segurita desapareció al instante. Marcus se quedó algo desorientado tras la idea de ser el superhéroe que salvara a una ciudad que ni sabía cómo había sido anteriormente. Entonces abrió la bolsa y se puso aquella especie de disfraz. Era plateado, tenía una capa roja y una gran u en la parte delantera. Colocó el maletín con el material encima de la mesa. Lo abrió y vio que en ella había montones de sobrecitos con una especie de harina de distintos colores y una pequeña cacerola. Además había una tarjeta en la que se encontraban bien expresadas las instrucciones de cómo crear al sabueso, pero como es de esperar, Marcus no las leyó. Abrió todos los sobrecitos y mezcló su contenido en la cacerola y como no aparecía ningún sabueso les roció un sobrecito de mostaza que llevaba en el bolsillo a ver si de tal forma aparecía el esperado. Tras esperar diez minutos apareció un sabueso de color verde por las escaleras por las que él había llegado. ¿Será ese el famoso sabueso? –pensó. Es el único sabueso que veo por aquí, debe de ser este -se contestó así mismo. Marcus se dispuso a encontrar la guarida del malvado Gibreno, así que regresó al mercado con el sabueso a sus pies. Miró el reloj: eran las once menos cuarto. Al llegar a las puertas de entrada observó que su compra había desaparecido. "Se la habrá llevado algún pájaro, qué fastidio"- pensó. Al pensar esto Marcus volvió a realizar la compra en el mismo orden, empezando por los congelados. Llegó a caja. "Uf, menos mal que no me ha hecho señas ningún segurita, si no tendría que volver a repetir todo esto -pensó". Pagó la compra y salió del mercado. A la salida vio a un par de mendigos comiendo los embutidos que él había comprado anteriormente. "Vaya, qué casualidad, esos mendigos han comprado la misma compra que yo"-pensó. Marcus y el sabueso emprendieron rumbo a algún lugar desconocido. El sabueso quiso guiar a Marcus y este lo siguió. Pasaban los minutos y el perro seguía danzando muy seguro de sí mismo. Habían pasado muchas calles y Marcus estaba bastante cansado. Eran las doce menos diez. El sabueso paró de repente, justo enfrente de un pequeño puesto de perritos calientes. "Mira cómo sabe lo que me gustan a mi estos perritos"-pensó. Pero no nos queda tiempo, debemos seguir -pensó. El sabueso no se quiso mover. ¡Vamos, todavía nos queda tiempo, aún podemos llegar! Al ver que el sabueso no se movía le dijo en voz baja esperando que le entendiera: está bien, pero sólo uno grandullón. Era su turno en la cola, le pidió al hombretón de los perritos uno especial y otro normal sin mostaza para el verdoso. Al entregarle a Marcus los perritos, dejó el del sabueso en el suelo y dio un enorme mordisco al suyo. En ese mismo instante en el que los labios de Marcus, o más bien, de Ultraman, el superhéroe más inteligente del momento que salvaría a la humanidad de Gibreno, el villano más malvado del mundo, se pringaron de mahonesa, las doce campanadas del catastrófico Big-Ben retumbaron en su oído y en el del sabueso, lo que significaba que ya  era demasiado tarde.

Fwd: Cuento. Dianella Cabrera Jardinot 1ºB

Unos ratones muy ruines.
Érase una vez una preciosa casa de muñecas.
Tenía las paredes de ladrillo rojo y las ventanas, pintadas de blanco, lucían unas bellas cortinas verdes… La casa tenía su puerta principal y su chimenea.
Pertenecía a dos muñecas que se llamaban Patricia y María. En realidad, pertenecía a Patricia, que era la señora, pero que no pedía nunca la comida, de manera que María que era la cocinera, tampoco tenía que prepararla… La comida había llegado en una caja llena de serrín y estaba siempre lista. Había dos hermosas langostas, un jamón, un pescado, un pastel, unas peras y unas naranjas.
Estos manjares estaban pegados al plato y, por tanto, no podían comerse, pero… ¡que apetitosos eran para la vista!
Una mañana Patricia y María salieron a pasear en el cochecito de las muñecas. El cuarto de los juguetes quedo vacío y solitario.
Al cabo de un rato, se oyó, como si una legión de adolescentes corriera hacia un aeropuerto para recibir a un famoso.
Por el agujero de la ratonera salio la cabeza de Tino Meñique y Uña Muña, que eran unos ratones muy ruines, que entraron en la casa de las muñecas. Tino y Uña subieron por las escaleras de la casa de muñecas hasta llegar al comedor. Cuando vieron lo que allí había… ¡dieron un chillido de alegría!
¡La cena estaba servida en la mesa! No faltaba nada…cucharitas, tenedores y cuchillos, incluso sillitas de muñecas para que se sentaran… ¡parecía que les estaban esperando!
Tino Meñique se fue derecho al jamón y se dispuso a cortarlo. Tenía muy buen aspecto, amarillo por fuera y sonrosadito por dentro.
Pero al intentar cortarlo, el cuchillo se dobló, y le hizo daño en un dedo.
-¡Este jamón no está cocido! -exclamó llevándose el dedo a la boca-. ¡Está como una piedra! ¡Pruébalo tu Uña Muña!
Uña Muña se puso de patas sobre una silla y trató de cortar el jamón con su chuchillo.
-¡Está más duro que el jamón que vende el ventero!- exclamó Uña Muña.
Tanto empujó Uña Muña que el jamón salió disparado del plato y fue a parar debajo de la mesa.
-¡Deja en paz el jamón!- le dijo Tino a su mujer-¡Dame un poco de pescado Uña Muña!
Uña Muña trataba por todos los medios separar el pescado del plato, pero no había manera.
Entonces fue cuando Tino Meñique se impacientó. Cogió una pala y unos alicates que había junto a la chimenea y comenzó a darle golpes al jamón con todas sus fuerzas, ¡zis, zaca, cataplás!
El jamón se hizo trizas, porque debajo de la pintura y la escayola… ¡no había nada!
Tan enfadados estaban Tino y Uña Muña que, después de destrozar el jamón, siguieron con el pastel, las langostas, las peras y las naranjas… ¡allí no quedó nada sin romper!
Como no podían separar el pescado del plato, lo echaron al fuego de la chimenea; pero no se quemaba porque era un fuego de mentira.
Pero aquí no dejaron de surgir las diabluras de los ratones.
Tino Meñique subió por la chimenea de la cocina y sacó la cabeza por arriba.
Mientras que Tino subía por la chimenea Uña Muña encontró unas latas, cada una con su etiqueta: Arroz, Pasas, Pistachos…  que en vez de contener dichos alimentos contenían bolitas de colores azules y rojas.
También rompieron almohadas; rompieron las paredes; tiraron las cosas de las estanterías; tiraron por la ventara una silla, el pájaro, libros… en general, aquel desorden se podía comparar con los naufragios que se encuentran 1000 años después de haberse hundido.
De momento aparecieron Patricia y María por la puerta y vieron el tremendo desorden que los ratones habían hecho… así que les hicieron ir todos los días por la mañana a limpiarlo, y los ratones prometieron no hacer eso nunca más.

lunes, 9 de mayo de 2011

La Instantánea Historia de Desastrous-Boy Dácil Castellano 1ºA

   Dentro de mucho tiempo, exactamente en el año 2.600, en Australia existirá un superhéroe muy pero que desastroso, y hoy les vamos a contar su historia ... la historia de Desastrous-Boy.

Sábado 20 de Agosto de 2.600.

   Un día de verano como otro cualquiera, en la playa de Shark Bay, un niño de 13 años llamado Efran estaba caminando absorto en sus pensamientos, tan absorto estaba, que se fue adentrando cada vez más en el agua hasta que llegó una ola y lo bañó enterito. Salió corriendo del susto y gritando como una nena, y de pronto se calló, se había dado cuenta de que la ola le había quitado los pantalones, descubriendo así sus calzoncillos de ranitas, y lo peor de todo era que la chica más guapa de toda Australia, Miriam, una chica de su edad, le estaba mirando y se estaba riendo muchísimo, ya que lo que le acababa de pasar a Efran no era normal en los chicos de su edad. Pero es que este chico moreno, alto y de unos ojos gris precioso, era el chico más patoso habido y por haber en la Tierra. Después de esta increíble torpeza Efran salió corriendo de la playa para ir a su casa que no se encontraba muy lejos de ahí. Efran corría y corría con todas sus fuerzas intentando olvidar en lo que acababa de pasar, y tan absorto en olvidar lo que acababa de pasar, no se dio cuenta de que por poco un coche casi lo iba atropellar y fue la claxon de este lo que le saco de de sus pensamientos y se aparto de la acera a tiempo. Miró a los lados y se dio cuenta de que se había vuelto a perder, ya que esto era normal en la vida de Efran. Siguió corriendo hasta perderse totalmente,y, nuevamente, volvió a mirar a los lados, aunque esto no le ayudaba en nada, ya que cada vez que miraba a los lados se perdía más y más. De repente escucho un ladrido como el de un cachorrito de perro que provenía de una casucha medio derruida por el tiempo que se encontraba en frente de él. Tras meditarlo un rato Efran decidió entrar en la casucha sigilosamente abuela, aunque esto era mucho pedir para el pobre chico, ya que era medio de noche y no veía nada, y el no caminaba se tropezaba con todos los gnomos de jardín y con todas las macetas con flores habidas y por haber en el jardín, así que decidió desechar el plan sigiloso y empezar un plan nuevo que consistía en correr lo más rápido que pudieran sus pies. Pero desgraciadamente él no era muy rápido, así que si lo vieras correr parecía que iba a cámara lenta. Tan a cámara lenta fue que tardó como 15 minutos de ir del medio del jardín a la entrada de la casa, eso sí, despertando claramente a la propietaria de esta, que según decían era bruja. Entonces Efran vio la figura de una mujer bajita y rechoncha que se acercaba a la puerta. En ese momento a Efran no se le ocurrió otra cosa que sentarse en el césped con los calzoncillos de ranitas y ponerse el único gnomo que sobrevivió a su masacre encima de su cabeza, para así intentar camuflarse, pero desgraciadamente la vieja bruja bajita y rechoncha claramente lo vio, esta le invitó a pasar y a tomar un té con pastas, Efran aceptó y pidió disculpas por el destrozo de su jardín, y entró en la casucha medio derruida por el tiempo acompañado por una vieja bruja bajita y rechoncha. Cuando entró vio a un perrito muy pequeñito que ladraba igualito al ladrido que escuchaba y de pronto se dio cuenta de que ese perrito que se arremolonaba al lado de él era verde. Efran empezó a pensar que se tenía que graduar las gafas porque ¿un perro verde?, ¿como iba a existir un animal verde? La bruja le ofreció unas galletas de chocolate (las favoritas de Efran), y este por supuesto aceptó, el primer mordisco le dio una sensación distinta y siguió mordiendo y comiendo galleta tras galleta (no eran como las del super, tenían algo distinto) a Efran le entraron unas ganas enormes de reír a carcajadas pero no sabía el porque, de buenas a primeras le entraron muchas ganas de comer y seguidamente de ir al baño y por último le entraron unas ganas enormes de dormir no quería dormirse pero sus párpados se cerraban solos, lo último que vio fue la sonrisa burlona de la vieja bruja.
   Cuando se despertó. Efran se encontraba amarrado a una silla con unas mugrosas cuerdas que apestaban a moho, esa silla estaba en un sótano que no apestaba a moho pero sí a humedad y, en frente la vieja bruja mirándolo con esos ojos saltones y restregándose en sus pies estaba el perro que lo había metido en aquel embrollo, Efran se fijó bien y era un Golden Retrive ¡verde!, la vieja señora se acercó a Efran y le enseñó los puños y le preguntó a Efran.
   - ¿ Cuál es tu color favorito, Efran?
   - El verde señora.- contestó el chico un poco asustado
   -Muy bien, entonces toma esta golosina, es verde.- y la vieja bruja empezó a reírse como los malos de las películas.
   Efran sabía que comer comida de extraños era malo pero en esas circustancias.... además era una golosina.Ya que estaba amarrado de pies y manos Efran con la boca cogió la golosina de la mano de la bruja, y nada más tragársela le empezó a cambiar el cuerpo, se hizo más alto, más guapo y más fuerte,y claro está Efran pensó que lo de su torpeza se lo quitaría la golosina esa seguro, porque ya que le había puesto tantas cosas ¿por qué no quitarle una?. Pero pronto se dio cuenta de que eso no iba a ser así, ya que la caer al suelo ( después de transformarse), fue a levantarse ya se pisó la capa, intentó por segunda vez levantarse y se hizo él mismo la zancadilla. La vieja bruja empezó a aburrirse de tanta patosería, así que fue a la puerta del sótano la abrió pasó y la cerró, dejando a Efran y al perro solos. Efran llamó al perro para que le rompiera las mohosas cuerdas y este muy obediente fue y lo hizo.
   En ese sótano no solo olía a humedad sino que había mucho polvo, y consecuentemente a Efran le entraron muchas ganas de estornudar. y de repente al estornudar Efran empieza a volar como si tuviera un torpedo en el trasero, a los segundos se pasó el efecto del estornudo y Efran bajó al suelo. El chico planeó un plan para salir de ahí. Inhaló todo el polvo que le dejaron sus pulmones y .....¡¡¡ACHUS!!!, Efran que se había cogido al perrito verde y se había puesto en frente de la puerta del sótano salió volando llevándose esta por delante, porque si con un leve estornudo le hizo levantar 2 metro de altura, este megaestornudo lo llevó directamente a su salvación ( salir de esa casucha), cuando se dio cuenta Efran ya estaba en el salón y vio que se había llevado por delante: mesas, jarrones, cuadros... . Y por fin, estaba a tan solo 3 metros para llegar a la puerta, pero desgrasiadamente el concepto de línea recta de Efran era muy torcido, así que se llevo la pare que se encontraba a 4 metros de la puerta. Y ahí en ese momento Desastrous-Boy volando en una noche estrellada, a 5 metros de altura del suelo y con su nuevo mejor amigo (su perrito verde, Alcachofa), se le acabó el efecto del megaestornudo a 9 manzanas de su casa. Cayó estrepitosamente, que le dejaría alguna magulladura, pero Efran a las 3 de la madrugada fue directo a su casita para ir a su cuarto y botarse en su camita, pero muy desgraciadamente la madre le estaba preparando una grandísima bronca porque se suponía que tenía que llegar a las 17:00 y había llegado a las 3:45 de la madrugada. y no solo eso, a la mañana siguiente llegó la factura por lo daños hechos por Efran en la casucha medio derruida por el tiempo,y, claro está, todo eso estaba descontado de su paga, y este tendría que trabajar en la librería para pagarlo, y además cuidar a Alcachofa que tras miles de lavados seguía igual de verde. Así que por supuesto los días de Desastrous-Boy acabaron, así que si nunca has oído hablar de este "peculiar" superhéroe, no te preocupes , porque ni tú ni nadie ha oído hablar ni ha visto a Desastruos-Boy, solamente una vieja bruja bajita y rechoncha.

EL HÉROE, EL PERRO Y EL QUITAGRASAS Muriel Sarda 1º A

   Corría el año 2442 en la ciudad de San Petersburgo. Estaba escrito desde hace siglos que a la llegada del año capicúa algún hecho extraño iba a suceder, y así fue.
   La Tierra se estaba agrietando y desde su interior estaba saliendo un líquido apestoso y mal oliente. No sabían como solucionar el problema, creían que era la llegada del tan temido monstruo verde.
  El jefe de la ciudad desde la fortaleza de Ivangrod se dirigió a sus ciudadanos por medio de sus grafos-rayos-laser, cuyos mensajes podían leerse con solo mirar hacia arriba. Todos los habitantes pudieron leer que no debían salir de sus casas, porque la tierra se estaba agrietando y escupiendo un gelatinoso cuerpo verde.
 Por aquel entonces, pasó un héroe en paro, en busca de hazañas junto a su perro Verdchof. El héroe, llamado Kiofman, cuando sobrevolaba la ciudad con su moto de luz, leyó el mensaje de ayuda y bajó inmediatamente a la plaza del palacio junto al río Volga. Se dirigió con la nariz tapada con una traba de la ropa a hablar con el jefe de la ciudad, quien lo contrató como héroe oficial para liberar a la ciudad de la maldición del año capicúa.
  Kiofman sacó todas sus armas para luchar contra el monstruo, sacó sus espadas, sus pistolas, granadas, y todas las artimañas que llevaba debajo de su capa sin conseguir desintegrarlo, haciéndose el monstruo cada vez mayor.
  Kiofman le preguntó a Verdchof cómo poder vencer al monstruo ya que el conocía todos los poderes verdes.
  Y Verdchof le contestó: Vamos a ver Kiofman ¿no se supone que el monstruo tiene grasa y es la contaminación de los siglos pasados?
   Yo lo mataría limpiándolo con…fairy.
   Y así hizo Kiofman gracias a Verdchof.
  

El perro verde y el superhéroe patoso. Víctor López García 1ºA

   Había una vez un perro verde y un superhéroe patoso. Los dos eran muy amigos y vivían en la ciudad de Londres. A los dos les gustaban mucho las historias de superhéroes, sobre todo al niño, pero él no tenía ni idea de cómo ser superhéroe, y su amigo el perro, que era mucho más listo que él, le ayudó. El perro estuvo planeando como hacer al niño superhéroe. Un día, hizo unos muñecos de madera con cara de terrorista, y se los puso en su cuarto mientras él estaba durmiendo. Cuando el niño se despertó, al ver a todos los muñecos se levantó rápidamente y sin saber lo que estaba haciendo, empezó a dar un montón de patadas y puñetazos, y como el perro había puesto una bolsita de kétchup a cada uno de los muñecos para que pareciera sangre, el niño pensó que los muñecos eran de verdad y se creyó que ya era un superhéroe. Pero al ver que el perro estaba detrás de la puerta observándole, ya supo que eran muñecos, y se llevó un gran disgusto, porque supo que nunca podrá llegar a ser superhéroe.

Pablo Palomar Concepción 1ºA Roque y su amigo

En el año 2458, vivía en las calles de Madrid un perro. Se llamaba Roque. Sus antiguos  dueños lo habían abandonado porque no les gustaba su color de pelo: verde. Se sentía solo y triste.
   Un día, un superhéroe que sobrevolaba la ciudad, vio al perro correr y saltar para refugiase del frío y de la fuerte nevada. Se acercó y le dijo:
-          Te veo muy fuerte. ¿Te gustaría ser mi ayudante? Pues yo, aunque no lo parezca, soy muy patoso.
Roque pensó que con ese color de pelo la gente se iba a reír de él, pero al final contestó:
-          Me encantaría.
-          Vale. ¿Cómo te llamas?
-          Yo Roque. ¿Y tú?
-          Me llamo Neon. Ya está oscureciendo. Te voy a llevar a mi nave espacial.
Neon le dio una mochila propulsora para que pudiese volar con él hasta la nave. Cuando llegaron, les recibió un robot, que les ofreció una bebida y un bocadillo.
-          Este es mi robot –dijo Neon-. Se llama Skull.
Entraron a la nave y Neon dijo que tenían que descansar porque al día siguiente tendrían mucho trabajo.
Se despertaron con el sonido de una sirena que provenía de la sala de estar.
-          ¡Es la alarma que indica que algún incendio está sucediendo en la ciudad! –dijo Neon-. Miremos en la pantalla para saber exactamente dónde.
El lugar era una escuela de arte en la calle Fuencarral. Se apresuraron a coger sus mochilas propulsoras y abandonaron la nave.
Al llegar entraron y Neon se dirigió hacia la manguera de emergencia. La cogió y apretó un botón de su mando. Empezó a salir agua, pero sin querer, apuntó a Roque y mojó su mochila propulsora. El fuego de la mochila se apagó haciéndolo caer en un cubo de pintura marrón.
Neon consiguió apagar el fuego, pero al darse cuenta de que su amigo no estaba, corrió a buscarlo. Vio que salía de un cubo y al verlo se sorprendió.
-          Mírate en ese espejo -le dijo-.
Se puso muy contento al ver su nuevo color. Para celebrarlo fueron con la nave a un McNave. Se hincharon a comida.
Así, el perro y el superhéroe, salvaron a mucha más gente y hablaron de ellos en los libros de historia.

Spider-dog Rubén Pablo Jorge 1ºA

   Había una vez un perro que se llamaba Spider-dog, era verde y tiraba telas de araña por la boca. Su primera aparición fue en la ciudad de Londres en el Siglo XXV cuando unos científicos hicieron experimentos con un perro pero salió mal, el primer efecto fue que se convirtió en verde, el segundo fue que hablaba perfectamente todos los idiomas, el tercero fue que podía mantenerse a dos patas y tenía muchos musculos y el último fue que podía lanzar telas de arañas por la boca y trepar por las paredes.
   El 23 de mayo de ese mismo año, cayó del cielo un meteorito gigante sobre la ciudad de Londres y contaminó a un gato, haciéndole supervillano con los mismos poderes que Spider-dog.
   El gato, llamado BlackCat, quería dominar el mundo y esclavizar a todos los humanos del mundo, para ello creó una máquina llamada Expercus Hisurcus que hacía hipnotizar a todos los humanos para que cumpliesen sus órdenes, pero Spider-dog no lo iba a permitir, así que fue al escondite del Supervillano ''Blackcat'' y combatió contra él.
   -No pienso permitir que esclavices el planeta (dijo Spider-dog)
   -Buena suerte pero no soy un rival fácil (contestó Blackcat)
   Pelearon y pelearon pero Spider-dog lo agarró con ss tela de araña y fue a por la máquina del laboratorio para devolverle a su forma original.
   Desde entonces Spider-dog lleva salvando a la gente de todo el mundo cuando gritan:
¡¡¡GUAU!!!

Yael Suárez Melián 1ºB El perro verde y el superhéroe desastroso

   Había una vez un perro que era malísimo y siempre destrozaba todo lo que tenía a su alrededor. Pero un día estaba revolviendo en un garaje y en esto no se dio cuenta de que encima de él había una lata de pintura verde y al mover la estantería se le caería. Y así fue, se tiñó de verde. Y para colmo, lo pillaron destrozándolo todo. El que lo pilló fue el superhéroe desastroso, que como su nombre indica es tan desastroso que no siguió las huellas verdes que el perro había dejado y no lo encontró. Al día siguiente lo volvió a ver destrozando las cosas pero esta vez no se le escapó. Lo encerró en un calabozo pero se escapó. Al cabo de tres días lo encontró, y el superhéroe le dijo que en vez de ser enemigos se podían aliar para salvar a las personas y así los dos se beneficiaban, ya que él era bastante desastroso y él solo no iba a conseguir nada. Sin embargo, si ellos se unían serían más fuertes y más eficaces.

El perro verde y el superhéroe patoso Erik Morín 1º B

   Había una vez un perro verde y un superhéroe patoso que vivían en Madrid. Eran muy amigos y siempre iban juntos. Siempre iban por las tiendas probándose ropa y algún que otro zapato. Un día querían robar unos zapatos de piel, el superhéroe se los metió debajo de la camiseta, pero los zapatos tenían una alarma antirrobos. Cuando fueron a salir de la tienda la alarma pitó y ellos salieron corriendo, pero el guardia de seguridad los cogió. Les hicieron pagar los zapatos, devolverlos y no podían volver a entrar en la tienda.
   Un día hubo una emergencia en la tienda, se estaba quemando y había una persona dentro, ellos eran los únicos superhéroes de la cuidad, así que entró el perro a por la chica. El perro pudo salvar a la chica pero él se quemó la cola. Tuvieron que llamar a una ambulancia para que se llevaran a la chica y el perro. Al perro le curaron la cola, pero juró que nunca más iba a volver a entrar en un incendio y el superhéroe juró que nunca más iba a volver a robar nada.

El superhéroe desastroso y el perro verde Édgar Perera 1º B

   Érase una vez una ciudad caótica en la que habitaban 10.000 personas. Acababan de venir unos vecinos nuevos que tenían un perro que por lo visto lo maltrataban. Un día estaban pintado la casa de verde cuando al perro se le cayó un bote de pintura encima y se quedó verde y como lo maltrataban lo echaron de la casa por haber tirado el bote de pintura. Caminando por la calle se encontró un vagabundo tirado en el suelo. El perro lo lamió y el vagabundo lo acarició y fueron buenos amigos. En la ciudad había muchos crímenes y robos, entonces el vagabundo y el perro verde intentaban combatirlos. Lo que pasa es que el vagabundo era un poco patoso. Una vez, fueron al supermercado a comprar, estaba muy tranquilo pero…. Entraron unos ladrones. El perro fue corriendo detrás de ellos. Mientras el vagabundo alertaba a los clientes, los ladrones iban corriendo hacia él, el vagabundo para pararlos tiró una estantería de productos de cristal, se rompieron todos, pero lo más trágico es que los ladrones se fueron como nada pero con las manos vacías. Un día fueron a un parque acuático, la policía dijo que habían puesto una bomba. El vagabundo salió corriendo para averiguar donde se hallaba la bomba. El perro verde intentó pararlo, pero no pudo, el vagabundo encontró la bomba pero se le explotó en la cara. Por eso estuvo 6 meses en el hospital y se tuvo que encargar el perro verde de salvar la ciudad. Con él las cosas fueron mejor que con el vagabundo patoso. Cuando el vagabundo salió del hospital entraron a robar a un banco, fueron corriendo, el perro intentó parar a los ladrones pero no pudo, el vagabundo tropezó al entrar al banco e hizo caer a los ladrones, con tanta suerte que la policía ya había llegado y los mandaron para la cárcel. El alcalde de la ciudad les hizo un homenaje al vagabundo y al perro verde por haber salvado la ciudad y así la ciudad no tuvo tantos robos como antes.                                         

Izan Suárez Pérez 1B El Superhéroe desastroso

  Había una vez en una ciudad, cerca del siglo XXV, donde había muchos robos, asesinatos, secuestros…, a simple vista se sabía que esa ciudad era Nueva York.
   Un día un científico estaba leyendo el periódico, concretamente un artículo que trataba de la ciudad de Nueva York, una parte decía que la ciudad sería más segura si alguien pudiera acabar con todos esos robos, secuestros, hurtos…
   Al científico nada más terminar de leer el periódico se le ocurrió una idea. Esa idea trataba de convertir a una persona en un superhéroe y hacer de Nueva York un sitio seguro.
   Estuvo pensando mucho tiempo, hasta que una noche dio con la solución, pensó que si metía a alguien en una cámara a 100 grados bajo cero conseguiría lo que necesitaba.
   Primero investigó con un perro verde. Todo salió bien ¡tenía superpoderes!, y encima podía hablar. El científico, tan emocionado, fue a buscar a una persona para su experimento, como no encontró a nadie, decidió buscar a un vagabundo. Como la mayoría están borrachos no se enterarán de nada, pensó el científico.
   Al rato se encontró con uno, se lo llevó al laboratorio y experimentó con él, todo salió bien, el hombre consiguió superpoderes.
   El científico, muy contento porque todo había salido bien, le explicó su función en Nueva York, pero no se daba cuenta de que seguía borracho (sus gustos no cambiaron, tampoco el alcohol). Cuando terminó de darle el sermón de lo que tenía que hacer en la ciudad, se dio cuenta de que no le estaba escuchando, en ese mismo instante pensó que iba a ser muy difícil adiestrarlo.
   Pasaron muchos días hasta que se dio cuenta de que el perro verde era muy educado y que podía adiestrar al superhéroe y así fue: el perro verde adiestró al superhéroe desastroso y Nueva York fue librada de todo tipo de maltratos hacia las personas.
   ¡Este relato está basado en hechos reales que suceden a menudo en el mundo con los que hay que intentar acabar!

jueves, 5 de mayo de 2011

Aitana Rojas Pérez 1ºA Una amistad para siempre.

Había una vez un niño que se llamaba Luis. Desde pequeño, 
siempre decía que quería ser un súper héroe, era como…su sueño. 
Siempre le decían que estaba loco, que jamás de los jamases 
llegaría a ser un súper héroe, y se metían con él solo por querer 
soñar, y querer cumplir su sueño.
Por otro lado, estaba un perro muy bonito, pero sobre todo, muy 
pero que muy especial. Fíjate si era especial, que era verde. 
Todos decían que pobrecito perro, que no entendían como un 
perro podía ser verde, que no sabían por qué los dueños le hacían 
sufrir tanto…
Parezca imposible o no, el perro pues… no es que hablara el 
castellano directamente, pero si le hablabas él lo entendía. A lo 
que quiero llegar, es que él no entendía por qué la gente decía eso 
si él estaba muy a gusto, tanto siendo verde o como un perro 
normal. Se sentía como todo perro, sus dueños lo trataban 
estupendamente y no entendía por qué todos decían eso 
cada vez que lo sacaban a la calle a pasear.
Un día la familia se hartó de todo eso y lo dejaron abandonado 
unas calles más debajo de su casa. Decían que no aguantaban más 
los cuchicheos de la gente cada vez que pasaban al lado de ellos con el perro. 
Entonces, Luis pasó por allí, ya que tenía pasar por 
ahí todos los días para poder ir al colegio. Nunca había visto ese 
perro por allí y se sintió atraído por él, ya que era verde.
Empezó a hablar con él, al cabo de un rato pensó para sí mismo: 
Pero si no me entiendo, ¿qué hago hablando con un perro?. No se 
sabe cómo, el perro hizo o dijo algo que Luis lo acabó 
entendiendo. Tampoco se sabe el porqué lo hizo.
Desde entonces… son inseparables. Por cierto, Luis le puso como 
nombre David, decía que siempre le había gustado ese nombre.
Al cabo del tiempo, Luis se dio cuenta de lo que podía hacer el 
perro, y Luis, desarrolló también un poder, la gente piensa que 
fue el perro quien se lo transmitió. Entonces, Luis cumplió su 
sueño, lo que… más que un súper héroe para hacer bien a la 
humanidad eran para destrozar las ciudades. Eran unos súper 
héroes desastrosos. Pero aún así la gente los quería.
Aun que ahora que lo pienso, eso lo vi yo en mi bola de cristal la 
semana pasada, es decir que todavía no ha ocurrido, sino ocurrirá 
en el futuro, en el siglo XXV en el año 2456, en el mes de marzo, 
el día 1 a las 12:56 de la tarde. A partir de ahí, empezó una 
amistad sin fin, una amistad para SIEMPRE.

Beneharo Linares 1 A. EL PERRO VERDE Y EL SUPER-HÉROE DESASTROSO

Había una vez hace mucho tiempo, cuando aun no existían los coches y la gente se desplazaba en los carros tirados por caballos, un perro que no tenía familia y vagaba por las calles de Londres.
   Tenía siete años, pero aún recuerda cómo el primer mes después de su nacimiento, perdió a sus padres. En un callejón les apresaron los de la perrera. Él y sus dos hermanos se escondieron detrás de los cubos de la basura y tras varios días sin comer ellos murieron, entonces se quedó solo.
   Al principio le costó mucho aceptarlo y pasaba sus días llorando y escondido por miedo. Más tarde se fue acostumbrando a la soledad y salía por las noches para rebuscar entre la basura de los restaurantes cercanos. 
   Fue creciendo poco a poco y se convirtió en un perro de tamaño mediano, orejas grandes, hocico chato y pelo claro. No era de ninguna raza definida, era un perro callejero. Vivía cada día muchas aventuras. Lo que más le gustaba era pasear por los parques de la ciudad y observar a los niños que jugaban en la tarde. Siempre venían corriendo a abrazarlo y correr con él.
   Un día llegó al parque y le extrañó mucho no ver a nadie: no había niños en los columpios, ni ancianos sentados en los bancos leyendo el periódico, ni mujeres paseando a los bebés en los carritos…Lo que si había era una cinta amarilla que rodeaba todo el parque y unos carteles en los que ponía algo que él no entendía. Entonces, decidió echarse en un banco a esperar por si los niños venían más tarde. Pasaron varias horas e incluso se dejó dormir, pero nadie apareció esa tarde. Así que llegada la noche se levantó para ir a buscar comida, cuando de pronto se dio cuenta de que muchos de sus pelos se pegaban al banco y otros pelos de su cuerpo se quedaron más oscuros que el color de su pelo natural. ¡Se había quedado verde!.
   Esa mañana habían estado pintando los bancos y las farolas del parque y por eso no dejaban pasar a nadie. A partir de ahí todos los niños lo llamaban el perro verde ya que sus costados se habían quedado de ese color.
   Un día mientras comía restos de una chuleta por fuera de su restaurante preferido donde preparaban las mejores carnes a la parrilla, un chico de veintisiete años que trabajaba en la cocina del restaurante salió por la puerta trasera a tirar la basura. Cuando en el momento que cerraba la tapa del contenedor de la basura se dio cuenta que detrás de él había algo que hacia ruido. Sigilosamente se acercó y descubrió a un perro que comía. Al ver este que no huía se acercó todavía más a él, y cuál fue su asombro el ver que el perro era verde. Le habló cariñosamente pero el perro empezó a ladrarle y fue cuando Oliver, que era así como se llamaba el chico, se dio cuenta de que tenía poderes: ¡podía entender a los perros!.
  A partir de ahí, comenzó una buena amistad entre ellos. Cada día Perro Verde esperaba echado junto al contenedor donde Oliver tiraba la basura. Por su parte Oliver, le guardaba con mucho cuidado las mejores sobras. Cada noche conversaban sobre el día a día. Perro Verde le contó como de pequeño a sus padres les habían apresado los de la perrera y que sus hermanos habían muerto por falta de alimento, también le contaba como a menudo los de la perrera apresaban a perros para sacrificarlos. 
   Un día Oliver salió por la puerta trasera a tirar la basura, se sorprendió mucho al no ver a Perro Verde, supuso que los de la perrera lo habían apresado. Oliver salió del restaurante y rápidamente se metió en el coche y se dirigió hacia la perrera en busca de Perro Verde. Al llegar a la perrera Oliver se encontró al guardia de seguridad durmiendo sobre una mesa, se dirigió a la puerta de hierro donde tenían encerrados en jaulas a los perros pero sin darse cuenta tropezó y se escucho un gran ruido, a Oliver le dio tiempo de esconderse detrás de un fichero antes de que el guardia de seguridad se despertara. Más tarde el guardia de seguridad se volvió a dormir y Oliver aprovechó para salir de detrás del fichero, se dirigió hacia la puerta de hierro e intentó abrirla pero la puerta estaba cerrada con llave. Entonces se acercó a la mesa donde estaba durmiendo el guardia de seguridad con cuidado de no volver a tropezar y con mucha delicadeza le quito la argolla con varias llaves, fue de nuevo a la puerta y la abrió. Al entrar observo que a ambos lados había jaulas con numerosos perros.

De repente, todos los perros empezaron a ladrar, Oliver muy apurado los intento callar, entendía todo lo que le decían, los lamentos y las súplicas, pero no lo pudo evitar, observó al guardia de seguridad al final del pasillo y corrió hacia el otro extremo donde estaban las palancas para abrir la jaulas. Entonces comenzó el desastre: todos los perros salían disparatados de sus jaulas, ladraban, pisoteaban y mordían al guardia de seguridad. Mientras tanto Oliver llamaba desesperadamente a Perro Verde.
   Por mucho que Oliver gritara y lo buscara no encontraba a su amigo, ¡Perro Verde no estaba allí!. Oliver corrió hacia la puerta de salida, pero ya era muy tarde para salir de la perrera porque al otro lado del pasillo había varios guardias de seguridad intentando evitar que los perros se escaparan de la perrera.
   Finalmente Oliver acabó en comisaría por el desastre que había armado, más de la mitad de los perros se habían escapado, lo consideraban un superhéroe por poder comunicarse con ellos y por haberlos salvado. A Oliver en cambio le supuso estar una semana en comisaría y pagar una fianza de mucho dinero.
   Por otro lado, Perro Verde estaba pasándolo genial con una perrita que había conocido aquella noche en la que no había aparecido a su cita diaria con Oliver. 

La Instantánea Historia de Desastrous-Boy. Dácil Castellano Jorge 1º A

Dentro de mucho tiempo, exactamente en el año 2.600, en Australia, existirá un superhéroe muy pero que muy desastroso, y hoy les vamos a contar su historia... la histora de Desastrous-Boy.

Sábado 20 de Agosto de 2.600.

   Un día de verano como otro cualquiera, en la playa de Shark Bay, un chico de 13 años llamado Efran estaba caminando absorto en sus pensamientos, tan absorto estaba que se fue adentrando cada vez más en el agua, hasta que llegó una ola y lo bañó enterito. Salió corriendo del susto y gritando como una nena, y de pronto se calló, ya que se había dado cuenta de que la ola le había quitado los pantalones, descubriendo así sus calzoncillos de ranitas, y lo peor de todo era que la chica más guapa de toda Australia, Miriam, una chica de su edad, le estaba mirando y se estaba riendo muchísimo ya que lo que le acababa de pasar a Efran no era normal en los chicos de su edad. Pero es que este chico moreno, alto y de unos ojos de un gris precioso era el chico más patoso que ha habido y que habrá en la faz de la Tierra. Después de esta incríble torpeza Efran salió corriendo de la playa para ir a su casa (que no se encontraba muy lejos de ahí). Efran corría con todas sus fuerzas intentando olvidar lo que le acababa de pasar, y de nuevo tan absorto en olvidar lo que le acababa de pasar, no se4 dió cuenta de que por poco un coche casi no lo atropella, y fue la pita del coche lo que le sacó de sus pensamientos. Miró hacia los lados y se dió cuenta de que se había perdido, otra vez, ya que esto era normal en la vida de Efran. Siguió corriendo hasta perderse totalmente, y , nuevamente, volvió a mirar a los lados, aunque esto no le servía de nada ya que cada vez que miraba a los lados se perdía más y más. De repente escuchó un ladrido como el de un cachorrito de perro, y este ladrido provenía de una casucha medio derruida por el tiempo que se encontraba frente él. Tras meditar un rato, Efran decidió adentrarse en la casucha medio derruida por el tiempo sigilosamente, aunque esto era mucho pedir para el pobre chico, ya que era de noche y no veía nada, y él no caminaba, se tropezaba con todos los gnomos de jardín y con todas las macetas habidas y por haber en el jardín, así que decidió desechar el plan sigilosoy empezar un nuevo plan, consistía en correr lo mas rápido que pudieran sus pies. Pero desgraciadamente él no era muy rápido, así que si lo vieras parecía que fuera a cñamara lenta. Tan a cámara lenta fue que tardó como 15 minutos en ir de la mitad del jardín a la entrada de la casa, eso sí, despertando claramente a la propietaria de ella, que según decían era una bruja. Entonces, Efran vió la figura de una mujer bajjita y rechoncha que se acercaba a la puerta de la casucha medio derruida por el tiempo. En ese mismo momento a Efran no se le ocurrió otra cosa que sentarse en el césped con los calzoncillos de ranitas, y ponerse uno de los gnomos que había sobrevivido a su masacre en la cabeza, y así intentar camuflarze, pero desgraciadamente la mujer bajita y rechoncha claramente lo vio, con una sonrisa burlona, ya que ver a un chico con uno gnomo en la cabeza y con unos clazoncillos de ranitas, era muy gracioso, y muy amablemente la señora le invitó a tomar un té con pastas, este aceptó y se levantó, y al levantarse rompió el único gnomo "vivo", pidió disculpas por su torpeza y se adentró en la vieja casucha medio derruida por el tiempo acompañado por una vieja bruja bajita y rechoncha. Cuando entro vio a un perrito que ladraba igualito al ladrido que habia oído, y entonces se dio cuenta de que era verde. Empezó a creer que estaba perdiendo facultades. La vieja bruja bajita y rechoncha le invitó a unas galletas de chocolate ( las preferidas de Efran), y este por supuesto aceptó, el primer mordizco le dio una sensación distinta, y siguió mordiendo y comiendo galleta tras galleta, ( no eran como las del supermercado, tenían algo distinto ) a Efran le empezó a entrar unas ganas enormes de reír pero él no sabía porque, y miraba atónito a la vieja bruja, que lo miraba con esa sonrisa maliciosa de oreja a oreja y, de repente a Efran le empezó a entrar mucho sueño, se le empezaron a cerrar los párpados, hasta que no pudo más y quedó rendido en el sofá de la vieja bruja.
 Cuando se despertó, estaba amarrado a una silla, en un sótano que olía mucho a humedad y, en frente la vieja bruja mirándolo, y al lado de esta el cachorrito de perro, y , ahora sí que sí ¡era verde!, la bruja se levantó se acercó a Efran enseñando los puños y dijo.
 - Debes elegir una de las pastillas- dijo la bruja
 Abrió la mano derecha y dijo:
 - Esta es para ser un superhéroe.-Y mostró una pastilla verde
Abrió la mano izquierda y dijo:
 - Y esta es para dejar de ser un torpe.- Y enseñó una pastilla roja
 - Si no eliges ninguna te quedarás aquí para siempre
 En ese momento Efran pensó que estaba soñando, así que se mordió lo más fuerte que pudo y consecuentemente pegó un grito, la vieja bruja estaba lorando de la risa.
Dado que eso no era un sueño Efran decidió elegir una pastilla para salir de ese horrible sitio, y decidió tomar la pastilla verde para ser un superhéroe, y así poder salir volando, y además ningun superhéroe era torpe ( estaba claro que eso era una trampa), la cogió y se la tomo. Pasó un rato y no sentía nada, y cuando fue a preguntarle a la bruja empezó a temblar hasta llegar a unas fuertes convulsiones, y de repente empezó a salir una luz verde del cuerpo de Efran y se creó una esfera de luz verde alrededor del chico, y cuando terminó de convertirse en un superhéroe cayó al suelo. Efran pensaba que lo de ser un superhéroe y lo de no ser patoso nunca más estaban separados, pero no tradó mucho en darse cuenta de que seguiría siendo patoso, ya que al levantarse pisó la capa de superhéroe y se volvió ha caer y al intentar levantarse por segunda vez se hizo el mismo la zancadilla. La bruja se reía mucho, hasta que 10 minutos después Efran consiguió ponerse en pie.
 Dado que había mucho polvo en aquel sótano viejo, a Efran le entraron unas ganas enormes de estornudar, y cuando este estornudó le salió un torpedo por el trasero lo que le hizo volar instantáneamente, este claramente dudó de que por el hecho de estornudar pudiese volar, así que para comprobarlo, se ecercó a un mueble recubierto de polvo y lo inaló y... ¡¡¡ACHÚS!!! Efran soltó un enorme estornudo, dado que un leve estornudo le hizo volar 1 metro este mega estornudo le hizo estrellarse de bruces contra el techo. Dilema resuelto, Efran podía volar.

El valiente niño de las tartas. Andrea González Rodríguez. 1ºA.

Hace algunos meses, un  niño llamado Martín, decidió ir a dar un paseo en bicicleta. Como de costumbre, solía pararse enfrente de un local donde vendían helados y como era de esperar se compró uno, le volvían loco los helados y más los de chocolate. Cuando lo terminó de comer se limpió las manos en los pantalones y siguió su camino. Siempre hacía la misma ruta, salía de su casa, subía la rampa, giraba a la izquierda, seguía recto y bajaba por una callejuela, hasta la casa de su abuela, donde se pasaba horas escuchando las hazañas que ella le contaba. Pero ese día pensó que sería divertido ir por otro camino y no hacer siempre el mismo recorrido. Y así lo hizo, siguió por otras calles, hasta que de pronto se percató de que se había parado justo delante de una tienda de animales. Aparcó la bicicleta junto a la puerta y se dispuso a entrar. Allí había muchos animales: perros, gatos, loros, conejos, serpientes… Al entrar se topó con la dependienta de la tienda, y ésta le dijo que tenía nuevos cachorritos de dálmata y que si le interesaba verlos. Martín dijo que sí. Al verlos no pudo contener su entusiasmo por los perros, sobre todo los cachorros, entonces le dijo que cuánto costaban y la dependienta le respondió que no tenían precio, que se los regalaría con la condición de que él cuidara y protegiera a su cachorro, Martín le dio su palabra y en ese momento escogió a un macho, lo metió en una cajita de cartón que le había dado la chica, y le dijo que volvería más tarde para buscar comida y una casetita donde poder ponerlo. Después de esto, salió de la tienda, puso la cajita en la cesta de la bicicleta y comenzó a pedalear con mucho cuidado hasta su casa.
   Al llegar corrió hasta la cocina donde se encontraba su madre y le dijo lo que había hecho, ella no le regañó, porque no le impedía tener mascotas mientras que se encargara de ellas y las cuidara.
   A Martín no solo le gustaban los animales, también le gustaban los experimentos y por eso en el sótano tenía su "guarida" donde hacía sus mezclas y sus inventos. A decir verdad, era muy bueno, sabía cómo hacer que las rosas en vez de rojas fueran verdes o que las sillas se movieran hasta el lugar en el que tú querías, pero sólo tenía un problema, era muy desastroso.
   A eso de las diez de la noche ya había ido a la tienda de animales, había comprado las cosas que su nueva mascota necesitaba y ya le había asignado un nombre, Cliford.

24 meses después…
   Ya Cliford tenía 2 años y había crecido mucho, Martín lo había cuidado como había prometido y lo habían pasado muy bien en los últimos meses.
   Ese día era una mañana como otras en las que Martín hacía sus inventos, pero esta vez le acompañaba Cliford, al ser un perro sólo quería jugar, y sin darse cuenta había hecho tropezar a Martín y de repente ¡PLOF!, todo el mejunje verde se había caído encima de Cliford haciendo así que éste se quedara completamente verde sin diferenciarse alguna de sus manchas. Martín corrió en busca de su madre y los dos fueron al jardín a bañar al perro pensando que las manchas saldrían de su piel, pero estaban equivocados, las manchas no salieron y decidieron no ponerle importancia, pero eso sí, desde entonces todos en el barrio lo llamaban Cliford el perro verde. Ya había entrado la tarde y sonó el teléfono de la casa, lo cogió su padre, Alberto, y cuando colgó dijo que había sido la abuela. En ese momento entró la madre, Luciana (que por cierto antes no había mencionado su nombre), y le preguntó al padre qué había pasado. Este le dijo que la abuela había llamado para decirles que un ladrón había entrado en la casa y había robado todas las tartas que tenía (ya que la abuela era repostera), y que eran para un banquete muy importante que se celebraría en la gran ciudad. Martín había oído hablar de la gran ciudad y pensó que sería muy grave no encontrar las tartas a tiempo. Entonces se le ocurrió un plan, él sería junto con Cliford, el que encontraría al culpable.
A la mañana siguiente le dijo a su madre que iría a dar un paseo con Cliford y que llegarían en la hora del almuerzo. Caminaron hasta la casa de su abuela donde Cliford comenzó a olfatear y a mirar a todas partes, y como avisando a su dueño le hizo un gesto de que le siguiera, caminaron y caminaron, y Martín pensaba que sería porque Cliford habría olido el aroma de las tartas y quería descubrir a qué camino les llevaba. De pronto el perro se paró delante de una casa. Martín tocó el timbre y cuando abrieron la puerta pudo divisar que en el interior de la casa estaba las tartas de la abuela. Le hizo una señal a Cliford y este se abalanzó sobre el hombre que les había abierto la puerta. Pero Martín era como ya he mencionado antes muy desastroso y no pensó en que debía haber llevado una cesta donde meter todas las tartas, entonces no tuvo más remedio que salir corriendo y Cliford hacer lo mismo. Fue a su guarida y encontró algo que les sería muy útil, un espray de invisibilidad, así que se lo echó por todo el cuerpo y a Cliford también, cogió una cesta y volvió a aquella casa, pero para su sorpresa cuando la abrieron sí lo pudieron ver, ya que el efecto del espray había terminado, así que volvió de nuevo a su guarida. Esta vez cogió el espray y lo puso en su bolsillo, cogió la cesta y por tercera vez volvió a la casa. Antes de tocar el timbre se aplicó el espray, se lo aplicó a Cliford y también a la cesta, cuando abrieron pensaron que había sido algún vándalo con la intención de molestar, y no le prestaron atención, cuando cerraron ya ellos habían entrado, y rápidamente Martín había metido todas las tartas en la cesta. Abrió la puerta, corrió hasta casa de su abuela y como ya había pasado el efecto del espray ella los pudo ver. No se lo creía, su nieto había encontrado sus tartas y lo más importante, al ladrón. Sin demorarse ni un segundo llamaron a la policía y en menos de una hora habían arrestado al culpable. Desde ese día Martín y Cliford fueron reconocidos como los héroes de aquel barrio de San Petersburgo, en el año 1468.

DIARIO DE DOS SUPERHÉROES PABLO MELIÁN LÓPEZ- 1ºB

15/11/2453

A día de hoy hace dos años que empecé mi lucha contra el crimen en Britonia. Una lucha que libramos yo y mi perro.

Obtuve mis poderes cuando patrullaba en mi trabajo en la central nuclear , cuando mi fiel perro guardián me tiró sin querer y nos caímos en el núcleo, tuvimos una sensación de que nos fundíamos, pensaba que no saldríamos de allí cuando una fuerza increíble nos recorrió el cuerpo y ¡zas!, salimos volando hasta el cielo. Cuando conseguimos salir, decidimos irnos corriendo a casa ya que aunque nosotros nos hicimos invulnerables mi ropa no lo era, y allí estaba yo con los poderes de superman y desnudo ante la ciudad. Fue entonces cuando decidí dedicarme a proteger a aquella maravillosa ciudad.

A día de hoy soy un auténtico superhéroe, mi villano predilecto hasta la fecha es NULO, las razones por las que es mi villano predilecto son:

1ª.- Intento de incendio

2ª.- Intento de destruir al alcalde

3ª.- Intento de asesinato

4ª.- Intentos de destrucción de la ciudad

Y así hay una larga lista, por suerte todo se ha quedado en intentos, pero hoy casi me derrota.

Cuando exploraba la ciudad con mi perro observé en la guarida de NULO un resplandor verde muy intenso con una gran "N" reflejada en el cielo, era su firma personal su previo aviso a sus continuos intentos desesperados para aniquilarme.

Cuando llegué a explorar no vi a nadie ni nada, solo una guarida vacía, lo cual me extrañó porque siempre estaba llena de robots y planes perversos.

Cuando proseguí me caí literalmente en un pozo de agua putrefacta que estaba ocultado con una alfombra, sin embargo, mi perro iba más atrasado y no cayó, pero NULO había pensado en todo, delante de mi perro cayó un hueso enorme que mi perro mordió sin dudar. No pasaron tres segundos hasta que se desmayó súbitamente en el suelo roncando. De las sombras salió NULO que por lo que dijo quería inundar la ciudad rompiendo la presa con su rayo desintegrante. No podíamos permitírselo, así que utilicé mi mejor poder: los pedos de fuego que entraron en reacción con los gases que emergían del pozo de agua putrefacta provocando una gran explosión que me sacó de aquel agujero apestoso y putrefacto. Al salir le di dos bofetadas a mi perro, acto seguido me mordió. NULO intentó escapar pero lo alcanzamos y mi perro lo mordió, yo le mordí, le di dos puñetazos y lo dejamos en el suelo. A continuación llamamos a la policía, la cual apareció casi de inmediato con una ambulancia, atraídos por el intenso olor que desprendía el lugar.

Finalmente Nulo fue trasladado a la prisión a la cual tantas veces había tenido que regresar.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Irene Pérez Expósito 1º A UN MISTERIO


Estaba impaciente por que llegara. Me había puesto uno de mis mejores vestidos y había hecho galletas con pintitas de chocolate. Estaba atenta escuchando por si sonaba el teléfono o tocaba el timbre. Salí y me di cuenta de que hacía mucho frío. El cielo se había oscurecido y muchas nubes grises lo cubrían. Entré entonces y me puse una chaqueta. Me senté en el sillón y encendí la televisión. Estaban dando unos dibujos animados. Cerré los ojos y, lentamente, me fui quedando dormida.
El sonido del timbre me despertó. Me levanté sobresaltada y me dirigí a la puerta. Era ella, mi abuela. Abrí la puerta y vi como el cielo se había cubierto del todo y caía una lluvia horrorosa. Mi abuela estaba empapada de pies a cabeza.
-¡Ana, querida! -exclamó entrando a la casa.
-Hola abuela. –dije cerrando la puerta.
-¡Qué tiempo más frío se puso!
-Sí. ¿Quieres cambiarte de ropa? A lo mejor encuentro algo que te sirva.
-Te lo agradezco mucho. Pero antes creo que me daré un baño con agua calentita.
-De acuerdo. Voy a buscar la ropa.
Después de bañarse y cambiarse de ropa, mi abuela se comió las galletas que le había hecho.
-Están muy buenas Ana.
-Gracias. ¿Por qué has tardado en venir?
-Ya había salido de casa cuando empezó a llover. Quería caminar un poco y se me ocurrió venir a pie. Pero la tormenta me cogió por sorpresa y por eso tuve que pararme en algunos portales para calentarme un poco.
-¿Hoy me vas a contar un cuento?
-No. Hoy te contaré una historia nueva. Y empieza así (dijo abriendo el libro por una página):
Era por la tarde. Había una terrible tormenta. No solía llover por allí. Por lo general hacía buen tiempo.
Se encontraba en el puerto. Le subieron en el gran barco. Estuvieron días, incluso meses navegando hasta que la tripulación divisó a lo lejos una pequeña isla.
-¡Capitán! Hemos visto tierra. Pero esta zona parece que ha causado muchos naufragios. No hay faros ni nada que nos guie. Será mejor esperar al amanecer.
-De acuerdo, Carlos. ¿Has visto a María?
-Creo que se encuentra en su camarote, señor.
-Puedes retirarte.
El capitán se dirigió al camarote. Abrió la puerta y vio a la joven en un rincón, que al percatarse de su presencia, se limpió una lágrima.
-Ya hemos visto la tierra. Pronto podremos buscar grandes tesoros juntos.
-Eso ni lo sueñe.-dijo con un deje de repugnancia.
-Como desees María. Pero recuerda que si no me obedeces, te puedo devolver a prisión.
-No me sirven sus chantajes. Además fue por su culpa por la que me metieron allí.
-No son chantajes. Simplemente digo lo que haré.
-Vale. Pero preferiría estar entre rejas con mi amor verdadero, que libre y con usted.
El capitán se puso rojo de rabia pero no dijo nada. Se quedó callado un instante y luego dijo con voz dulce:
-No puedo sacarle a él. Pero si me dieses una oportunidad, quizá con el tiempo llegara a surgir el amor entre nosotros.
-Jamás.
-Te dejaré aquí sola para que te lo pienses.
Salió y cerró la puerta con llave. No se fiaba de ella.
El capitán se dirigió a su camarote. Dentro se puso a leer un libro de la época romana:
"Las legiones romanas
Los romanos utilizaron sus legiones para extender su Imperio y para mantener la paz en los territorios que conquistaban.
Cada legión estaba formada por 6000 soldados, que iban armados con una espada, una daga y una jabalina. Además, llevaban una coraza que les protegía el cuerpo y una especie de casco.
Los soldados recorrían a pie largas distancias, cargando con todas sus ropas y con diversas herramientas, para poder construir los campamentos fortificados.
Con el tiempo la legión incorporó a soldados de los territorios conquistados. Los legionarios servían a cambio de un salario durante veinte años, al cabo de los cuales se retiraban. Recibían, como recompensa por sus servicios, una parte del botín de sus campañas y unas tierras en alguna provincia. Gracias a todo esto, la legión contribuyó a la romanización de todo el Imperio."
Dejó de leer. Los ojos le picaban. Se acomodó en la cama y se quedó dormido…
Mientras, María cogió una traba de su pelo y forzó la cerradura. Salió sin que nadie le viera. Pronto estuvo en la parte superior. Se zambulló en el agua. Estaba helada. Nadó hacia la isla, donde se encontraría con su verdadero amor. Lo había planeado. Había cambiado el sentido de la embarcación cuando todos dormían y ahora estaba allí. Muy cansada se acostó en la arena y respiró. Cogió el saco con las monedas de oro (que le había quitado al capitán) y se dirigió a la prisión. Sacó al joven de las rejas y con lo que sobró compraron una pequeña aldea. Además hicieron un bonito jardín lleno de flores de colores que nunca se han visto. Y que no tenía pétalos, sino un material parecido a una esponja. Del capitán no se supo nada más y de su tripulación tampoco. Lo que se sabe es que María vive muy feliz junto a su novio y que no dejará que le vuelvan a separar de él. FIN.
-¡Qué bonito abuela!
-Lo sé.- dijo ella cerrando el libro.
Ana bostezó.
-Será mejor que vayas a dormir. Yo me voy a casa, que ya no llueve.
-Vale.-dijo Ana y le dio un beso en la mejilla a su abuela.
Se fue a su cuarto y se durmió muy rápido. Soñó con que ella era María y corría muchas aventuras. Cuando se despertó miró a su mesilla de noche y vio una esponja. Cuando se acercó más vio que tenía un color indescriptible y que tenía forma de… ¡flor!

El superhéroe Enrick Duck Raúl Viñas Abadía 1ºA

Yo, Enrick Duck, a  día 20 de diciembre del año 2450 a mediados del sigo 25, advierto al villano Duck, mi hermano, que si no se rinde en el solsticio de invierno, mañana, tendrá duros problemas.
                                                                                                Firmado: 
                                                                                                               YO

-¡Vamos Sill! ¡Sill!- Dijo Enrick.
-¡Sill! ¿Dónde estás perro malo?- Un gran perro del tamaño de un caballo asomó su hocico por la puerta.
 Enrick salió por la puerta, se montó en él y le ordenó que fuese hasta la puerta del jardín.
 Mientras avanzaban, el perro fue sorteando sus excrementos de una medida con relación a su tamaño.
 Al salir giraron a la derecha y, al trote, se dirigieron a la oficina de correos.
-A entregar la carta mi perro verde- Y sí, el perro era verde pero… se me olvidó aclararlo.
Al llegar a la oficina de correos se bajó del perro torpemente y entregó la carta como "urgente", se dio la vuelta y se montó en el perro. Cuando iba a marcharse la señorita que le había atendido le recordó que tenía que pagar, si no la entrega sería imposible.
 Se quedó pensando, no tenía dinero, se ganaba la vida con lo que él llamaba "sus poderes"… eso también me olvidé de advertirlo… bueno, en realidad sus poderes se podrían quedar como… astucia… aunque fuese torpe era… algo parecido a astuto.
 Decidió llevársela a él en mano pero el perro era demasiado gandul para atravesar Londres en un solo día así que tendría que modificar en la carta lo de "mañana" por un "hoy".
 Su hermano vivía en la casa de su madre, o sea la casa de la madre de ambos.
Sí, era un poco cutre que un villano estuviese viviendo en la casa de su madre, pero es que no teníamos donde ir y en la casa de nuestra madre sobraba una cama así que… lo echaron a piedra, papel o tijera y, como de costumbre, ganó su hermano. No sé porque, pero siempre le ha ganado.
 Ellos vivían al sur de Londres y Enrick al norte, caminó y caminó, bueno mejor dicho, cabalgó y cabalgo, hasta el Támesis, allí descansó toda la noche y retomó bien temprano el camino.
 Al llegar a la calle de su madre pudo distinguir fácilmente su casa porque rebosaba de diferentes colores, azules fuertes y flojos, rojos, rosas intensos, fucsias, verdes, blancos…todos menos el negro. Al hermano le chiflaban los colores, era él el que había teñido a mi perro de verde… ¡Le odiaba!
 Tocó a la puerta, esperó y al rato una larga y fina nariz asomó por la puerta, era la señora Clocker, en ella lo único fino era su nariz.
 - ¡Oh no! ¡Ya volvemos con las peleitas!
-¿Qué hablas mami? ¡Sabes que esto es algo serio!
-¡No lo es!
-¡Si lo es!
- Bueno da igual, ¿Qué quieres?
-¡Es obvio! Ver a mi hermano.
-Arriba en su habitación.
 Subió las escaleras y tocó a la puerta de su antigua habitación.
 -¡Todavía quedan cinco minutos para que sea la merienda!
-No soy tu madre hermanito
-¡No! ¡Otra vez tú!- La puerta se abrió de golpe y apareció su hermano detrás de ella.
-¿Que quieres?
-Toma léelo- Le entregó la carta.
La leyó, se echó a reír y le preguntó.
-¿Qué me vas a hacer tú a mí?
-Sencillo, toma- Le entregó otro papelillo doblado en cuatro.
-Si no te rindes ábrelo.
El hermano atrevido abrió el papel.
 -¡Problemas de matemáticas!
-Sí, es lo que ponía en la carta, sé que nunca lograste hacer uno y  que te dolía la cabeza de intentarlo.
-Sí, pero esto no es propio de un villano como tú.
-¡Yo! ¡Si aquí el único villano eres tú!
-¿¡Qué hablas!? Si yo soy el héroe, el que salva a la ciudad de tus malvados planes- exclamó su hermano.
-¿¡Como!? Si fuiste tú el que pintaste a mi perro de verde y a mi camiseta preferida de rosa
-¡El perro se cayó en mi bañera de juguetes, no lo pinté yo! Y lo de la camiseta… ¡Tú le chivaste a mamá que me hice una chuleta para el examen de mates!
-¡Porque tú me pusiste un cubo de pintura azul encima de la puerta antes de ir al cole!
-¡Porque tú…!
 -¡Chicos! ¡Bajen a merendar de una vez y dejen de gritar que me va a doler la cabeza!- Dijo la madre de los Ducks.
-¡No!
-¡Yo tampoco!
 -¡¡CHICOS!! ¡¡YA!!
-Vale mamá… 

Por mucho tiempo que
pase, los hermanos seguirán igual.

Lidia Acosta Hernández 1ºB EL Lagarto Rigarto Busca Novia.

   Un día el Lagarto Rigarto salió de debajo de su laja y se fue a la gran piedra que estaba  entre la tabaiba y el cardón, a estirar y acicalar su larga cola.
   Esa mañana cuando estaba en su somnoliento letargo matinal esperando a que apareciera alguna libélula o mosquito que saciasen su apetito, se dio cuenta de que estaba demasiado solo y necesitaba algo de compañía. Así que decidió salir en busca de una lagarta. Pero como nunca había ido más lejos de la gran piedra sintió un poco de miedo. Pero se armó de valor y salió en busca de una novia.
   Por  el camino de encontró con La Lisa Marisa, una "morenaza", que le dijo que en la cima del Roque Mohoso, al mediodía se reúne un gran grupo de lagartos y que a lo mejor encontraría alguna lagarta que le gustase.
   Cuando estaba subiendo por la cuesta y faltando pocos metros para llegar a la cima del roque, notó como si hubiera una sombra que le seguía, entonces se dio cuenta de que tenía un cernícalo volando encima. Pero en la cima del roque no había ninguna ranura ni ningún hueco para esconderse. Corrió lo más rápido que pudo, y encontró un agujero debajo de una piedra. Cuando entró se encontró con La Lagarta Rigarta, una lagarta de ojos azules y una "rubia melena", vamos una chica de película, ella se enamoró de Rigarto, un lagarto musculoso y atractivo. Se casaron y fueron felices y comieron mosquitos perdiceros, y unos meses más tarde tuvieron unos hermosos huevos.
   Moraleja: El amor surge hasta debajo de las piedras, pero no hay que arrastrarse como un lagarto para encontrarlo.

Pablo González Delgado 1º B Patapalo y Esmeraldo

Érase una vez una ciudad llamada Paralachinini, creada hacía siglos por la caída de la luna en el mar. Esto afectó a los animales y personas que fueron a vivir a esta ciudad. Las aves nadaban, las ranas criaban pelos, los burros iban a la escuela y el hombre había conseguido que los coches volaran.

            En esta y ciudad existía un superhéroe vestido de un traje color zafiro, flaco, tuerto, sin capa y con parche en el ojo, llamado Patapalo, pues una de sus piernas era de madera, por cierto, tenía carcoma. Su compañero fiel era un perro verde llamado Esmeraldo. Digo fiel porque era un perro. Pero nunca le hacía caso y cada vez que había un ruido fuerte salía corriendo en dirección contraria.

            Nadie en esta ciudad conocía la existencia de esta pareja, de que intentaba ayudar a la gente y hacer cumplir la ley a los que no la acataban. Salvo en el hospital, que cada tres días tenían que atenderlos de los golpes y roturas de huesos con los que llegaban tras actuar en la noche como auténticos superhéroes, bueno como desastrosos superhéroes.

Hoy estamos a día 23 de junio del siglo XXV. En el Banco Central de Paralachinini hay unos ladrones robando con pistolas láser. A esa hora Patapalo y Esmeraldo estaban dormidos y cuando se enteraron de la noticia fueron al banco.

Persiguieron y encontraron a los ladrones, que les dieron, de nuevo, una paliza y, esta vez, les robaron hasta la ropa. Patapalo y Esmeraldo se fueron a su casa en paños menores y decidieron dejar de ser superhéroes. "Este trabajo no es para nosotros", dijo Patapalo. Esmeraldo pensó lo mismo y prefería quedarse en casa durmiendo la siesta y rascándose sus pulgas.

            A partir de esa noche, Patapalo se dedicó a lo que se dedicaban todos los ciudadanos de Paralachinini, ver televisión, quedarse en casa comiendo hamburguesas y durmiendo. Esmeraldo estaba feliz, durmiendo siestas y rascándose sus pulgas con su pata verde.

martes, 3 de mayo de 2011

Perro Man en Santa Cruz Daniel Marrero Hernandez 1ºA

   Había una vez, en un tiempo lejano al nuestro, un chico llamado Pablo, al que le encantaban los perros. Pablo era un buen chico, estudioso, trabajador, solidario…
   Pero al ser tan buen chico se preocupaba más de los bosques, las formulas matemáticas y la literatura que de su imagen. Era el típico pardillo de instituto, que se vestía con los vaqueros hasta el ombligo, se ponía un cinturón pese a que no lo necesitaba, se metía la camisa por dentro, abrochado con todos los botones…
   Estudiaba en un colegio anormal, ya que se situaba en lo más alto que se puede imaginar una persona. Pero no asombraba ya que estaba en el siglo XXV (25).
   Un día su clase de química avanzada se fue de visita a un famoso laboratorio biológico, que era el más grande de la ciudad de Santa Cruz. Nada más llegar Pablo se emocionó, ya que siempre había querido trabajar ahí, como su padre, el famoso doctor Morgan Faraday, de ahí su afición por los perros. Pablo quería ver de cerca los animales y se alejó del grupo. Pablo vio las mutaciones de los animales: unas arañas eran de color verde y amarillentas, ranas del tamaño de un vientre humano, pero lo más asombroso para él era un perro de color verde. Pablo se había entretenido tanto que perdió de vista al grupo. Se puso a buscarlos pero no pudo encontrarlos ya que era el laboratorio más grande de la ciudad. Preguntó a los ayudantes de los científicos, buscó en lugares donde probablemente podrían estar, el patio de descansos, la entrada y salida, pero nada, no les encontraban.
   Pablo se metió en una habitación con productos químicos, se metió para poder apreciar de cerca lo que eran exactamente. Cogió una botella que usaban los científicos para rociar a los animales para que los otros animales cercanos se sientan atraídos por esa sustancia. Pablo lo abrió para examinarlo, saber cómo era su olor, su textura, su color... Pablo lo fue a colocar en el estante de arriba, donde estaba, pero se tropezó, y todo se le derramó encima.
   Salió corriendo para que no le pillasen los guardias, pero no lo pillaron los guardias, sino los animales, que se sentían atraídos por la sustancia que estaba vertida por todo su cuerpo. Todos se volvieron locos, incluidos el personaje anterior, el perro verde que logró salir de su jaula y le pegó un mordisco en todo el brazo. Pablo pegó un grito de dolor y los guardias lo oyeron, a continuación actuó el grupo de desinfección por si le había pasado alguna célula que se reproduzca dentro del cuerpo de Pablo, pero nada, no hubo contacto de saliva.
   Pablo se fue rápidamente a su casa. Al llegar a su casa se sintió mareado y se fue a dormir. Después de un largo descanso, Pablo sentía una rara sensación, se quitó la ropa ya que todavía estaba repleto de ese producto y…
   Había un montón de pelo en su pecho, su musculatura había aumentado considerablemente, podía oler olores sutiles a larga distancia, como el perfume de su vecina de enfrente, el olor de los frutos del parque de la otra calle, la hierba fresca del mismo parque… Podía correr más rápido y otras muchas habilidades. Le dolía un poco la pierna y era un rasguño más o menos ancho, de unos dos cm. Entonces se dio cuenta de que el grupo que le estaba mirando la mordedura, estaba tan pendiente de eso que no se dio cuenta de que sí se había transmitido células a través del arañazo. 
   Pero Pablo nunca supo manejar bien sus poderes, porque cuando paseaba por el parque siempre iba a coger con la boca los discos que lanzaba la gente, o a mear en las ruedas de algunos coches…
   Pero no le importaba, ya que Pablo al fin consiguió su sueño. SER UN PERRO.

LAS PALABRAS SE REBELAN Erin Amador Martínez 1º A

   Hace muchos, muchos, años, tantos que ni nuestros abuelos lo recuerdan, existió una batalla de palabras y soldados. Sí, sí, como lo oyen. Los niños ya estaban cansados de las palabras con h, estaban cansados de suspender los exámenes de lengua, de cometer 50 faltas de ortografía en los dictados, o de tener que escribir 100 veces la palabra "hacer" porque la habían escrito sin h. Así que un buen día, los niños, decidieron reunirse para contratar a una legión que eliminase a las palabras con h del diccionario. Pero no iban a contratar a una legión cualquiera, iban a contratar a la legión del general Tank, un hombre bajito, regordete, de voz grave, bigote, y pelo canoso. Su legión era muy especial, ya que todos sus miembros eran tan pequeños, que hasta un lápiz superaba su tamaño, pero a pesar de ello, eran invencibles.
   Esa misma tarde, Pablo, el representante del grupo, llamó por teléfono al general Tank.
   -¿Si?- contestó una voz grave.
   - Buenas tardes, mi nombre es Pablo y me gustaría hablar con el general Tank, si es posible.
   - Sí, soy yo. ¿De qué se trata?
   - Verá, es que nos ha surgido un problemilla. Queremos eliminar a las palabras con h del diccionario y queríamos saber si usted y su legión podrían ayudarnos.
   - Por supuesto, pero ¿cómo podríamos hacerlo?
   - Pues, mis amigos y yo hemos pensado que como el diccionario es una especie de mar lingüístico con millones y millones de palabras, quizá ustedes podrían hacer que las palabras con h naufragaran.
   - Chico, esa es una idea sencillamente ¡brillante!
   - ¡¿De veras?! – exclamó Pablo contentísimo.
   - ¡Por supuesto! Mañana mismo, a las 9:00 de la mañana en la biblioteca, realizaremos la operación.
   - De acuerdo, muchísimas gracias. Adiós.
   - Adiós.
   A la mañana siguiente, a las 9:00 en la biblioteca, la legión estaba lista para atacar.
   -Abordaremos las fuerzas enemigas con cañones y crearemos unos agujeros en su superficie, haciendo que el agua se filtre y hunda la palabra, provocando el mismo efecto que en un barco de verdad. Y ahora si me lo permite, empezaremos la operación.
   - S-s-si cla-a-aro.- exclamó Pablo alucinado.
   - Bien; ¡Aaaaaa sus puestos! ; ¡Fiiiiiiirmes! ; ¡Fueeeeego!
   ¡BUM, BUM, BUM! Hubo un estruendo en la sala y se cubrió de un humo negro. No se podía ver nada.
   - ¡Ayyyyy! – exclamó una vocecita aguda.
   - ¡¿Quién ha dicho eso?! – gritó el general Tank.
   De repente, todo el humo que había en la sala desapareció y en su lugar estaba la palabra "habitación" llena de agujeros y arañazos.
   -He sido yo- exclamó.
   El general Tank la miraba atónito y sin palabras.
   -¿Cómo se atreven? Vienen hasta aquí, bombardean y destrozan nuestra casa, nos intentan matar, y ahora, son tan cobardes que no dicen ni una sola palabra. ¡Deberían estar avergonzados! Por lo menos nos merecemos una disculpa.
   El general Tank retrocedió incorporándose nuevamente.
   -¡Nueva orden de ataque! ¡Fueeeego!
   Los soldados, haciendo caso a las órdenes del general Tank, cargaron los cañones y volvieron a bombardear el diccionario.
   - Esto sí que no lo permito – exclamó la palabra "habitación" - ¡Chicas, dadles caña!
   Las demás palabras con h se unieron formando una h gigantesca, y aproximándose hacia el pelotón de soldados, los fueron tirando uno a uno del diccionario.
   - Así, se llevarán su merecido.
   Los niños, asustados, salieron corriendo, pero antes de llegar a la puerta, las palabras volvieron a unirse, esta vez, formando una cuerda con la que rodearon al grupo de niños.
   - ¡Por favor, no nos maten, lo sentimos! – dijeron los niños a coro.
   - No vamos a matarles – respondieron las palabras riéndose a carcajadas – Pero tienen que prometernos que nunca más nos escribirán sin h, a nadie le gusta que le quiten una parte de su cuerpo.
   - De acuerdo, lo prometemos.
   Y así lo hicieron, los niños escribían las palabras con h correctamente y con todas sus letras, incluida la h, las palabras vivían felices en el diccionario, como siempre, y respecto al general Tank y a su legión, nunca más se volvió a saber de ellos, aunque se rumoreaba que habían dejado su trabajo para dar clases de Lengua en los pueblos más cercanos.

El superhéroe patoso David Segura 1º A

   Había una vez, en la bonita ciudad de París un superhéroe llamado Sin Cara, no es que no tuviese cara, sino que llevaba una careta como cualquier superhéroe. Su careta era azul, con un agujero en la boca y en vez de tener dos agujeros en los ojos los tenía en la nariz, por lo que le era imposible ver. La gente lo llamaba Patoso Man porque al no poder ver se caía y no hacía las cosas como él quería. No tenía hijos porque a su esposa la fue a abrazar y sin querer la ahorcó. Todos los días le llamaban los bomberos para salvar a alguien que estuviera en peligro. Un día lo llamaron urgente porque una anciana se había caído en una bañera de lejía y se le habían quemado los ojos. La anciana salió despavorida hacia la calle, corrió y corrió hasta llegar a un barranco, pero en ese momento llegó el temible Sin Cara para socorrerla, el superhéroe se resbaló con una cáscara de plátano y sin querer le hizo la zancadilla a la anciana y cayó por el precipicio. Otro día lo llamaron porque un pintor estaba pintando una casa de verde y a al pintor se le enganchó el pantalón en la antena parabólica, su perro ladraba pidiendo ayuda para que alguien le socorriera. Sin Cara se subió al tejado de la casa, tropezó con una enredadera que habitaba ahí, el superhéroe con la mano intentó agarrarlo, tiró y tiró hasta que la antena cayó, se llevó al hombre, a la antena y al cubo de pintura verde, el cubo se cayó encima del perro sobre su cabeza, tiñó al perro de verde y lo dejó ciego también. El hombre quedó en coma y se lo llevaron al hospital. Sin Cara ya no tenía amigos y nadie lo quería. Más tarde se fue con el perro verde, se hicieron amigos. Sin Cara llamó al perro Big Show, ¡ya tenía un amigo! Al final para celebrarlo se fueron los dos a dar un paseo por París sin querer se chocaron contra la Tour Eiffel y la derribaron, se les cayó encima y quedaron ambos encerrados entre rejas.